Disco Inmortal: Slipknot (1999)

Disco Inmortal: Slipknot (1999)

Roadrunner / Attic / I Am, 1999

1999 fue un año de gloria para el nu-metal. Las nuevas bandas y los ‘nuevos clones’ de Korn o Deftones se alzaron y se propagaron como el cáncer. La mayoría, si no todas de estas bandas, fueron bastante sanguijuelas del estilo de los pioneros, sin embargo, una banda demostró que aún quedaba algo de originalidad en la escena musical estadounidense y fue la que debutó oficialmente este año. Y sorprendentemente, era cualquier cosa menos una banda de nu-metal, era brutalidad enmascarada, actitud death y una versión mucho más desquiciada de todo lo que entendiéramos por ello. Eso fue Slipknot y mucho más. Era solo el comienzo, ¡Pero qué forma de mostrarse al mundo!

Slipknot comenzó en 1995, como una creación/fantasía del percusionista Shawn Crahan. En aquellos días, eran un conjunto de siete miembros y presentaban una formación muy diferente de la que tienen hoy, incluyendo un cantante que quedó en el olvido. Esta formación lanzó un demo bien raro y casi imposible de notar por esos años titulado “Mate. Feed. Kill. Repeat”, que a pesar de mostrar cierta promesa no logró hacer alguna señal en el radar del individuo metalhead hambriento de ruido y sangre del mundo.

Shawn llegó rápidamente a la conclusión de que la banda necesitaba mejorar, y lo primero que hizo fue deshacerse de la mitad de sus músicos, incluido el vocalista Anders Colsefni, cuya principal fuente de inspiración lírica eran los videojuegos y no era algo convincente pese a tener buen vozarrón, sin embargo, retuvo los servicios del bajista Paul Gray y el increíble baterista Joey Jordison, mientras que al mismo tiempo expandía la «misión banda» a través de la inclusión de un DJ y un experto manipulador de samples. Slipknot se convirtió así en un ejército de nueve piezas, un ajedrez maligno, un número obscenamente alto para un conjunto de música, particularmente para una banda de rock/metal. Pero eso no bastó, escondieron toda su imagen detrás de máscaras grotescamente deformadas (que mutaron con los años), y en ese entonces se negaron a mostrar sus caras, lo que contribuyó al misterio que los rodeaba y al factor siniestro.

A mediados de 1999, la banda lanzó lo que se convertiría en su obra maestra (discutida, por cierto y en el vs. con el gran Iowa), Slipknot. Este debut voló cabezas con su mezcla abrasiva de tambores primates, guitarras absolutamente metaleras y líricas bastardas y claustrofóbicas, pues lo que Slipknot hizo es básicamente mezclar un implacable ataque de percusiones tarreras y los riffs de guitarra de death/black metal de vanguardia con muestras atmosféricas y, a veces, inducidas por paranoia y la locura de la juventud incomprendida, ADN y síntoma de una generación triste y aburrida con ganas de expulsar todo hacia fuera.

Esta marca de metal extremo tenía pop, que se sintió en cortes como ‘Wait and Bleed’ o ‘(Sic)’, y ayudó a establecer a la banda como uno de los artistas (sí, artistas en TODO el sentido de la palabra por la originalidad) creando algo sumamente novedoso, que incluso atesoramos hasta nuestros días.

Corey Taylor fue el don que el metal nos dio, con su voz gloriosa y brutal, que supimos descubrir después en que melódicamente también supo ser un genio. El hombre, que prefirió mostrarse horrible en esa máscara, pese a sus rubios rizos y ojos claros, basa sus letras en experiencias personales y muestra un uso inteligente de las metáforas, sus letras se alejan un poco de los clichés de nu-metal habituales, aunque a veces se acercan peligrosamente a ellos y el rapeo gutural es prácticamente inigualable, incluso pasados 20 años y de sus propios clones vocales que han salido por doquier en estas dos décadas que han sido tan vertiginosas para el rock y metal .

En este álbum, todos fueron medios genios, la comunión fue fenomenal. Joey, el batero, en este álbum es tan variado como potente, y el sonido de Slipknot se beneficia claramente de su presencia. Pero el verdadero triunfo aquí es la composición, con pistas tan furiosas como interesantes y tan atractivas como variadas. Canciones como ‘(Sic)’,’Purity’, ‘Eyeless’ y ‘Only One’ musicalmente están muy bien construidas, mientras que ‘Wait and Bleed’ o ‘Spit It Out’ son brutales temas que sirvieron de singles (lograron a sonar en las radios!!) y vaya por Satán que es grandiosa la arremetida de ‘Surfacing’, una delicia de tornamesas y brutal (des) cuidado de todo. («Fuck it all, fuck this world, fuck everything you stand for. Don’t belong, don’t exist, don’t give a shit, never judge me.»). Esto es caos en su mejor medida. Perfección brutal.

Es claro que Iowa es una mejora en producción y estilo, pero lo que dejaron en el debut es shock, algo nuevo y brutalísimo. Es saber que el mundo es mejor cuando el terror, la angustia y el metal están unidos. Ver a California con los ojos de Marlon Brando puede ser lo mejor que nos ha pasado. Simplemente devastador. Un disco para no soltar JAMÁS.

Por Patricio Avendaño R.

Patricio Avendaño

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