«It’s a Shame About Ray»-Lemonheads: alegría y drogas en un poco más de 30 minutos
Atlantic Records, 1992
“Dulce por fuera, agrio por dentro”. Esas palabras que fueron sacadas de una marca de golosinas, en los años 90’, era la manera perfecta de describir a Lemonheads. La banda de Evan Dando con su estampa de pin pup alternativo daba que hablar con sus canciones que duraban entre dos y tres minutos en Estados Unidos. Los oriundos de Boston habían tenido algunos fracasos con sus discos anteriores, pero fueron persistentes y lucharon por ganarse un nombre en una escena dominada por bandas como Nirvana, Pearl Jam y Soundgarden.
El disco Nevermind había puesto a la música alternativa como una razón viable para la comercialización a gran escala de este sonido. Y ese momento, para algunos, oportunistas, les dio el impulso siempre buscado por Dando y compañía. Fue brutal. Se vendió por montones y fue un éxito total. “It’s A Shame About Ray” se quedó con uno de los sitiales de los mejores discos de los noventa.
Lo mágico que tiene este disco son las letras que hizo Dando. El vocalista siempre fue un buen letrista y cuando estuvo de gira por Australia sacó a relucir esta virtud para componer casi todo el LP que le daría el reconocimiento mundial a él y solamente a él, a pesar de darle crédito a Tom Morgan en canciones como «Bit Part» y la homónima de este larga duración.
“Rockin’ Stroll” nos abre la mente con un golpe fulminante con aquellas guitarras sórdidas a un ritmo punk delirante. Debe ser uno de los mejores triunfos de la banda hacer que esta canción fuese la encargada de abrir el trabajo. Cada segundo, cada momento del primer track nos dice que Evan era un gran compositor y eso sucede tanto con “Rudderless” o la “Wind of Change” de los de Massachusetts plasmada en “My Drug Buddy”, que en ese tiempo les trajo serios problemas con el sello Atlantic, la cual exigió que se cambiara el nombre a solamente “Buddy”. Años posteriores salió con su nombre original en los LP, pero eso no importó a los fanáticos que la cantan abrazados como si de verdad se tratara del hit de los alemanes de Scorpions.
“Confetti” y “Hanna & Gabi” demuestran lo excepcional del momento que tuvo a Dando como una especie de niño prodigo del sonido alternativo mezclado con franqueza lírica. La narrativa del disco fluctúa en varios ámbitos, tanto de lo más oscuro con “Ceilling Fan in My Spoon” o la ya mencionada “Buddy”, para llegar a esa canción que nos devuelve a los 20 añitos como es “Alison’s Starting To Happen”. Alegría y drogadicción en un poco más de 30 minutos.
La magia va de principio a fin, a pesar de que tuvieron que hacer una versión de Simon y Garfunkel con “Mrs. Robinson” para la cual se demoraron solo tres horas. La canción venía como anillo al dedo, porque justamente se cumplían 25 años del lanzamiento de “El Graduado”, la película protagonizada por Dustin Hoffman junto Anne Bancroft y dirigida por Mike Nichols. MTV en uno de sus mejores momentos de expansión no encontró nada mejor que rotar el video varias veces durante el día, dándole a esta suerte de homenaje un aliciente para que las nuevas generaciones pusieran atención a una cinta que definió a parte de la juventud de fines de los 60’.
El estrellato llevo a Dando a ser elegido como uno los hombres “más guapos” según People Magazine y a conocer a celebridades como Courtney Love – con la cual se asegura tuvo un amorío mientras estaba con Kurt- y Johnny Depp, que dicho sea de paso, aparece en el video que le da nombre al disco. Sin embargo, la fama, los excesos y la nula capacidad de creer en su arte lo privaron de seguir brillando como una estrella incombustible. Solo el arte de este ejemplar trabajo con el cual se jactó una generación de tenerlo entre sus reliquias sigue brillando sin importar el paso del tiempo.