«Soup»: cuando Blind Melon se superaron a sí mismos

«Soup»: cuando Blind Melon se superaron a sí mismos

Capitol Records, 1995

¿Cómo se supera a una niña disfrazada de abejita? El camino que toma Blind Melon en su segundo álbum de estudio, “Soup”, lanzado en Agosto de 1995, es básicamente tomar rumbos muy diferentes –y no simplemente a través de la nueva imagen de Shannon Hoon, con el pelo corto y ojos notablemente maquillados de negro en las presentaciones; o la cabeza rapada de Travis Warren, lo cual en conjunto dejaba una sensación de extrañeza si se recuerdan las largas cabelleras que flotaban en el viento en un pradera verde y frondosa-, sino con un sonido más eléctrico, más pesado, y con temas reflexivos también mucho más profundos en las canciones. De alguna manera ese sonido acústico característico de la banda en su primer álbum contrasta en “Soup” con riffs de guitarra mucho más sólidos, concretos, fuertes y aterrizados –¿Es el grunge, en episodios esporádicos?-. Las impresiones ligeras y etéreas promovidas a través de un fluido sonido acústico en el primer álbum se transforman en algo mucho más denso en el segundo. Es como dejar de volar en un cielo demasiado amplio, diáfano y extenso para de repente aterrizar en un el duro y frío pavimento, y caminar pesadamente, casi arrastrándose en el concreto.

“Soup” es un álbum mucho más frío, lleno de brumas y neblina, pero por la misma razón más honesto y puro. Carece de esas visiones sumamente hípsters de una banda que baila en un prado, con camisas de colores. Carece también de esa sensación de optimismo que de alguna manera se determina como el sello definitivo en el primer álbum de Blind Melon. Sobre todo, carece de abejas. Si observas el video de la canción “No Rain” y lo comparas con uno de los videos promocionales de “Soup”, el de la canción “Mouthful of Cavities”, se ve y se siente como si fuera una banda diferente. Ahora Blind Melon opta por el gris y el negro, por la expresión de temáticas depresivas, producidas casi que desde una compleja sensación de desespero y soledad. En el video parece que Shannon estuviera cantando en una sala de velación, todo en tonos grises, y a su lado una mujer acompaña sus palabras y acompasa su canto. La letra habla de un conjunto de cavidades que se han incrustado en la mente de Shannon, que lo han poseído hasta el punto de que ya no puede sonreír, y hasta llevarlo a un estado de absoluta necesidad. En el camino, la única solución parece ser la droga. Necesita un poco más de eso para alejar a sus tormentos. A la final no importante, canta Shannon, porque uno de estos días, eventualmente, todo eso acabará, en la medida en que él muera, en la medida en que tú mueras.

“Mouthful of Cavities” no es la única canción que habla del difícil estado mental y emocional en el que se encontraba Shannon por esos días –cabe recordar que su muerte por sobredosis de cocaína se produjo en un autobús en la gira promocional de “Soup”, que apenas había salido al mercado dos meses atrás-. Galaxie habla de la imposibilidad de Hoon de sentirse bien en su nuevo hogar, con su esposa y su hija recién nacida. Siente que no pertenece allí, que las expectativas no fueron cumplidas: “¿Es este el lugar en el que quiero estar? ¿Eres contigo con quien quiero estar?”. “2×4” comenta las difíciles experiencias que vivió Hoon en los diferentes procesos de desintoxicación de drogas por los cuales pasó. “Skinned” habla en primera persona -y con un tono de humor- desde la perspectiva de un asesino en serie, Ed Gein, quien solía quitarle la piel a sus víctimas para ponérsela como si fuera un vestido y bailar: “¿Cuándo la muerte se convertirá en tanta carne que ya no pueda ocultar?”.

“Car Seat (God’s Presents)” narra la historia de una mujer que se quita su propia vida y la de sus dos hijos al hundir el coche en el que iban todos en un lago. “St. Andrew’s Fall”, sujeta a la interpretación, posiblemente habla sobre el suicidio desde una mirada extrañamente bella y poética. Suicidarse implicaría ser dueño el dueño del cielo que cuelga encima de nuestras cabezas. Nos permitiría subir hasta un límite indefinido y tal vez ver lo que todos ya están viendo pero no alcanzan a comprender… En conjunto, hay una suma de historias tristes y trágicas que se vuelven aún más siniestras en la mente desgastada y atormentada de Shannon Hoon; parece ser que al final la abejita no encuentra una colmena llena de otras abejas alegres para bailar bajo el sol.

Pero también los temas asociados al desespero, a la soledad, a la necesidad y a la depresión se pueden volver repetitivos y monótonos. Por ello Shannon es un maestro dotado de una enorme sensibilidad para producir contrastes en sus letras, que pasan de la desidia a la apreciación de una tibia esperanza, y de la seriedad al humor –En la canción “Vernie”, por ejemplo, habla de la colección de gallinas de vidrio de su abuela-. El contrataste también se establece a través de la construcción armónica de dos guitarras muy bien interpretadas, con bastante dinámica, y las líneas complejas del bajo que agregan altos niveles de emoción. En este álbum la banda incluye distintos instrumentos de cuerda y de viento en la grabación, como el  kazoo, el mandolin, la flauta y el violín, interpretados principalmente por Christopher Thorn, quien por esa época buscaba nuevos sonidos a través de la experimentación. En “Skinned”, la canción que habla sobre el asesino en serie, la música tiene esas influencias del sur de los Estados Unidos, con el rasgueo de un banjo y la expresión de frases habladas al comienzo que narran una historia. También hay que recordar el intro del álbum, una especie de abertura con instrumentos como trompetas y redoblantes, que recuerdan los desfiles de músicos negros en Nueva Orleans -no en vano el álbum fue grabado en esta ciudad, que genera una atmósfera particular en la orientación de toda creación artística-.

Pero si hay un valor agregado, un punto que se destaca enormemente por encima de todo lo demás en el álbum -incluyendo las lóbregas y subliminales alusiones a la muerte-, es la voz incomparable de Shannon. Rasgada, muy distintiva. Es mucho más bella en la medida en que es más honesta: gracias al hecho de que sus palabras expresan la conjugación, la dispersión y los  enlazamientos caóticos de sus demonios internos.

“Soup” es un álbum con un gran sentido poético, muy íntimo. La banda logra exorcizar los problemas y las heridas a través de los versos. En un sola canción, a través de las letras, principalmente, pero también de las dinámicas en el sonido, de las alteraciones significativas entre lo eléctrico y las cortas incursiones acústicas, entre el sonido conciso de la batería que también se alterna con otros instrumentos de percusión, la banda logra expresar en no más de dos o tres líneas una profunda sensación de desespero y al mismo tiempo de ilusión.

Desde las cavidades más hondas y agrietadas de su alma Shannon, ante todo, lo que expresa en una confesión. Confiesa que está entrando en un espacio bombardeado por la indecisión, en el que un hombre fácilmente puede perder el control. El mensaje de “No Rain” era simple y positivo: “Quédate conmigo y lo lograré” En “Soup” es todo lo contrario: la ausencia definitiva de nuevas expectativas lleva a Shannon a decirle a esa misma persona: “Si me puedo ir con un poco de explicación, entonces, a donde sea que yo vaya en el mundo, lo lograré”… Al parecer, en la soledad, en la exploración de nuevos rumbos aislados de los caminos que recorren las multitudes es posible lograrlo, alcanzar lo que se está buscando. Es una lástima que Hoon no tendría el tiempo suficiente para seguir ese camino, pero sí dejaría tres álbumes muy buenos –el tercero llamado “Nico” en honor a su hija, con pistas grabadas antes de su fallecimiento-, llenos de contrastes, de pruebas concretas de que sí es posible dejar el alma en una canción y expresar el mundo en un solo verso.

Por Alberto Aldana 

Nacion Rock

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