Tenemos Explosivos en Valparaíso: La pluralización de la memoria emotiva e histórica en código sonoro

Tenemos Explosivos en Valparaíso: La pluralización de la memoria emotiva e histórica en código sonoro

Luego de una potente presentación en Sala Metrónomo, donde las entradas se agotaron de forma casi inmediata, y decenas de capitalinas, capitalines y capitalinos corearon a sangre cada track de la banda que se atreve a reconfigurar, dinamizar y diversificar los procesos creativos y propuestas artísticas en recursos históricos, es que ahora le corresponde a Valparaíso teñirse de la enérgica autenticidad de Tenemos Explosivos.

Territorio diverso, donde el mar se conecta con los cerros que albergan historias de vida, hambre, injusticia y olvido. “El Huevo” se transformó en el punto neurálgico que unió a tantas voces, como consignas, las mismas que un 19 de octubre se alzaron clamando dignidad en las principales arterias del territorio, y que hoy se construyen como memoria colectiva en cada frase plasmada en los muros del bosque urbano.

Desde las 15:00 horas comenzó la grata espera, aquella que se teñía de amistades, risas, cervezas y tecitos. El húmedo frío indómito tan característico de este puerto herido, no podía ante la decena de almas que esperaban el regreso de una de las bandas que comprende la premisa de que Santiago no es Chile, por lo que articulan en práctica la descentralización como juego contra-hegemónico al encapsulamiento de la cultura, concretando diversas fechas en lugares tan recónditos, como olvidados.

Exactas las 18:00 comienza la apertura de puertas, donde la humildad, apoyo y autogestión se hacen parte de una premisa colectiva, la cual pone a los históricos Tenemos Explosivos a disposición de una buena ejecutiva tanto organizativa como performática, lo que se traduce en una potente declaratoria de que en este show las distancias no existen.

Dentro del local logramos divisar un stand que entre poleras, libros, cd y vinilos, nos recuerdan que la dianámica de la difusión y divulgación musical es una responsabilidad mancomunada, la cual se construye como acción directa ante una estructura sedienta capital. Sistema sanguinario en el que la productividad se vuelca un arma coaccionante en contextos neoliberales, razón por la que la contemplación artística y cultural se vuelven una verdadera resistencia colectiva.

La jornada comienza con la irrupción de la banda quillotana Nuestro Apego a Existir, quienes con la más pura esencia post-hardcore, se ganan la atención de la decena de asistentes siempre atentos a nuevas propuestas y sonidos que les acompañen en esta trayectoria existencial. Entre sólidos guturales, guitarras en sincronía y pulsaciones que retumban en cada oído, es que la banda se permite un espacio de enunciación en el que la reflexiva se vuelve reivindicación de lo colectivo, horizontalidad e inclusión.

La segunda agrupación en escena es Conejo Esquizoide, banda Villa Alemanina que entre mathrock, post-rock y progresivo generan una atmósfera envolvente que no deja indiferente a nadie, dotando de relevancia al carácter propositivo del sonido y creativa de las bandas que habitan el interior de este puerto abigarrado.

Cerca de las 20:30 comienza a tomar posición la banda más esperada de esta jornada -y probablemente del año en este puerto aguerrido-. Segundos bastaron para que la gente se agolpara en las cercanías del escenario, siendo solo un pequeño biombo transparente el límite entre el público y la banda. La búsqueda por la mejor posición se transformó por breves minutos en una odisea, la que estuvo siempre motivada por el deleite y placer de disfrutar la potencia enunciativa como catarsis personal.

Juanjo se encargó de dar el puntapié inicial, donde el profundo agradecimiento se hizo extensivo a la gente, la producción y todes quienes dan vida al mítico local porteño “El Huevo”. Los aplausos comenzaron como una ovación a la humildad, a la sencillez y honestidad. Y desde este punto es que se da por iniciado el paso del Tour Cortacalles de Tenemos Explosivos en Valparaíso.

Almas en valentía y corazones en resistencia escuchaban atentos la introductoria de este show. Los ojos puestos en Eduardo Pavez, los oídos atentos a René y Juan José Sánchez, y pulsaciones que seguían a Álvaro Urrea y Matías Gray, dejan de manifiesto que este momento sería tan personal, como colectivo. “Cueca Sola” sería el track en que las gargantas de la decena de asistentes se unificaron en un acto de completa empatía, porque acá nadie es muy “de los milagros”, mucho menos en este puerto teñido de sangre y vulnerabilidad.

Continuamos con “Cultura de la servidumbre”, canción que desde la rabia ante la impronta neoliberal, reconfigura un ejercicio de depuración emotiva que se va construyendo, con cada palabra, en un acto político de hacer visible lo nocivo de aquel “mito del individuo que intenta salvarse solo”.

Seguimos con “Aguacero”, sutil tema que en narrativa se mezcla con la potencia sonora tan característica de Tenemos Explosivos, misma potencia que se gana la dulzura de todas las almas que los esperaron por más de dos años. Por esta razón, los primeros acordes de “El Mejor Jugador del Fuego”, bastaron para transformar este espacio de contemplación enunciativa, en una verdadera algarabía que nos recordará siempre que “No tengas piedad con los cerdos que comen perlas”.

“Agamenon” fue el track del disco Victoria que mantuvo a la decena de asistentes entre saltos y rugidos, porque este álbum desarrolla un concepto que reúne en identificación, a miles a lo largo de este territorio olvidado y mutilado. “Perro Volodia” toma la posta de la construcción de la memoria histórica en clave sonora, ya que el perro despojado de todo afecto e instrumentalizado como mecanismo de tortura, nos rememora que la justicia también habita en el recuerdo; por lo que la declaratoria cuestionante “¿Qué clase de crueldad es esta?”, se vuelve un acto de resistencia en que las, les y los asistentes emplazamos a todos los centros de tortura que mancharon la historia de nuestro puerto. Con rabia y dolor declaramos “Por Dios, ¿Qué clase de crueldad es esta?”, de frente a los históricos centros de tortura de Valparaíso como La Academia de Guerra Naval, El Buque Escuela Esmeralda, Cárcel de Valparaíso, Estadio de Playa Ancha, entre otros tantos que vieron morir injustamente a centenares y que el mar fue testigo de la desaparición de miles que nunca volvieron a casa.

“Lautaro, La brigada” fue el punto de encuentro donde la conexión con el público se hace manifiesta. La banda nos presenta con genuina alegría el nuevo encargado de la percusión, por lo que Matías Gray desde el fondo nos saluda con modestia, felicidad y también enérgico de conectar con la sólida fanbase que sigue desde los inicios a Tenemos Explosivos. Sin previo aviso, toman vida los samplers de “Comando Jungla”, la emoción, rabia e impotencia se hacen carne en todas, todes y todos quienes buscamos en cada espacio, una fuga ante este sistema carcelero, por lo mismo, es que espontáneos “Pacos Culiaos” se toman esta parte de la performance.

“La Libertad Absoluta y el Terror”, “Rey de Creta” y “Opúsculo de Tennesse”, son las canciones que marcan el último tercio de la puesta en escena que es comandada por Tenemos Explosivos, pero que es construida por la decena de asistentes que dejaron su corazón a disposición. Llegados al final de la presentación, el público se niega a aceptar que este sería el cierre de tan potente show, razón por la que entre vítores incesantes, se abre la posibilidad de un último track, sin embargo Juanjo nos marca la cancha: “Vamos a tocar una más, pero con una condición: ¡Tienen que dejar la cagá!”.

Un puerto sediento de catarsis se vuelve dócil ante la petición, y firmes a la promesa explícita “Cuerpo al Aire” sentenció el kick out de esta fecha. La gente agolpada en vívida efusividad, gritos que se manchan de enunciación, narrativas coreadas como resistencia y cordofonías tan potentes que articulan la emoción como encause de depuración, marcaron el fin de esta sólida presentación.

Nos despedimos a las 22:00 horas exactas. Decenas de asistentes abandonan el local aún coreando el mítico track del disco debut Derrumbe y Celebración. Vinilos en los brazos, discos en las manos y sonrisas imperecederas marcan el rumbo de quienes dieron vida a este espacio en Valparaíso. Contemplación, apreciación, reflexión y resistencia son los conceptos que definen el calibre del show que tuvo como protagonista a este puerto viejo y apesadumbrado. Nos retiramos en masa hacia distintos puntos del puerto que abraza como el hambre, pero con la vehemente certeza de que Tenemos Explosivos es una de las bandas más importantes en la construcción genealógica de la música chilena. 

Karin Ramirez Raunigg

De música, libros y otras cosas.

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