Helloween en Chile: Guardianes de la magia y ejecución

Helloween en Chile: Guardianes de la magia y ejecución

Aún estaba muy fresco en la memoria el gran evento que el mundo metal vivió el fin de semana anterior, con la puesta en escena inolvidable de la leyenda King Diamond y la fuerza arrolladora de Megadeth. Y como guinda de la torta para una semana donde el metal fue el protagonista en materia musical, los legendarios Helloween eran los encargados de cerrar los festejos. Los que dieron origen a todo un estilo recuperaban a Michael Kiske, proponiendo una velada nostálgica y poderosa. En la era de los reencuentros, y en el marco de la gira “Pumpkins United”(Calabazas unidas), estos históricos del power metal se embarcaron en un recorrido que los trajo a Chile, agotándose las entradas en un par de horas y debiendo agendar una segunda fecha, la que también se vendió en tiempo récord. Tras meses de espera, desde temprano se hicieron filas en el teatro Caupolicán, con fans dispuestos a rendirse ante la voz de Kiske, los riffs magistrales de “Walls of Jericho” y la magia que ebulle en cada acorde de los “Keeper of the Seven Keys”.

El desmadre comenzó puntualmente y con una fuerza descomunal retumbaron los acordes de la introducción de “Halloween”. Detrás de la tela que cubría el escenario se veían las sombras de los siete músicos que comenzaron el show siendo recibidos de manera apoteósica. Michael Kiske y Andi Deris estaban cantando juntos en un escenario. Los 11 minutos que duró el tema fueron gloriosos, una digna introducción para tres horas de concierto. Siguió “Dr. Stein”, quien se adueñó de la pantalla gigante con una historia animada que el público acompañó con vítores. Deris, quien estuvo cercano y hablando en español casi toda la velada, presentó a Doc y Seth, dos calabazas estilo Looney Tunes que aparecieron durante todo el show en la pantalla gigante, introduciendo los temas; de pronto eso bajaba las energías pero la gente respondía con risas a las locuras que hacían, todas relativas a los discos de la banda. El show siguió con la furia de «I’m Alive» y que fue un rugido furioso, mientras la afiatada banda se desempeñaba con virtuosismo y con un sonido muy pristino. “If I Could Fly”, del “The Dark Ride”, fue coreada a todo pulmón, el Caupolicán ya estaba entregado cuando apenas llevábamos media hora de concierto.

“Are You Metal?”,”Kids of the Century”, “Waiting for the Thunder” y la excelente “Perfect Gentleman” sonaban sin pausa, sólo interrumpidas por Doc y Seth, quienes seguían haciendo de las suyas en la pantalla. Luego, un momento emocionante. Kai Hansen, quien dejó la banda en 1989, fue al al micrófono y se despachó una selección del disco “Walls of Jericho”.Fueron quince minutos duros, de metal extremo, cargados de riffs larguísimos y una batería incesante. Mosh y éxtasis.

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Andi y Kiske ya eran las estrellas de un concierto que promediaba la mitad del setlist y cuya vara sólo podía seguir subiendo. Y así fue, cuando los vocalistas presentaron “Forever and One (Neverland)”, momento sin igual con el dueto frente al público, el que cantó de principio a fin. Lo mismo con “A Tale That Wasn’t Right”.

Y acá vino otro momento para atesorar. Comenzó un solo de batería de Daniel Löeble mientras en la pantalla se proyectaban presentaciones de Ingo Schwichtenberg, el notable baterista fallecido en 1995. En una puesta en escena muy bien lograda, Ingo ejecutaba un redoble en la pantalla, y Daniel lo repetía en el escenario, lográndose una sincronía entre el baterista que ya no está y el que hoy ejerce esa labor, muy emotiva. Se agradecen estos momentos porque se sintió un homenaje muy genuino, distinto y real. Las luces se apagaron y sólo la sonrisa inconfundible de “Mr. Smile” iluminó el Caupolicán desde la pantalla. Los aplausos se hicieron pocos, la emoción se apoderó de todo.

La tierra derecha del show trajo mucha energía, hubo varios mosh, aparecieron las bengalas, podía haber cansancio en los fans, pero el privilegio de ver al septeto desplegando una clase de buen sonido y excelencia en ejecución, eran más grandes. Deris y Kiske estuvieron al frente de “Why?, “Sole Survivor” y “How Many Tears”, donde las voces de Hansen, Deris y Kiske se fundieron en una, mientras el público acompañaba el nostálgico coro y los desgarrantes solos entre los guitarristas. Aún quedaba energía cuando, tras el bis, sonó el clásicos “Eagle Fly Free” y ese acorazado que es “Keeper of the Seven Keys”, la que se extendió por casi 15 minutos, cubriéndolo todo de una atmósfera muy especial. Ya se iban a cumplir tres horas de absoluta intensidad. “Future World” y la tremenda “I Want Out” fueron el corolario para una noche brillante.

El público sabía que, probablemente,era la última oportunidad para cantar estos himnos del power metal con la banda a la que se le adjudican los primeros acordes del subgénero, el cual mezcla destreza técnica con instrumentalización. Helloween suma a estos dos componentes la destreza vocal y la armonía de dos leyendas que un día se alejaron, pero que hoy han decidido volver para reencontrarse con el fan de antaño, ese que no alcanzó a devolverse a casa desde la oficina a buscar la polera negra con la portada del “Keeper…part 1” pero igual dijo presente en el Caupolicán y se cantó todo el setlist, el que repasó la extensa trayectoria de la banda en un ambiente de profunda compenetración.

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La ropa que vestían, la actitud festiva, la visualidad y un repertorio estelar fueron componentes para una tremenda y emotiva fiesta metalera. Estamos acostumbrados a que el metalero sea eufórico, sacuda la cabeza, se retuerza el cuello al son de un riff, pero últimamente también nos ha tocado verlo emocionado, abrazado a sus hijos o amigos y ha salido del teatro diciendo que ha sido feliz. No en vano, este show se vendió en horas, Metallica estuvo en Lollapalooza, nos visitaron los Big Four este año y el concierto de King Diamond seguramente sea catalogado como el mejor del año, hechos que nos hacen preguntarnos por qué no hay mayor atención para el género, porque las radios lo han sacado de sus parrillas o sólo le destinan espacios de fin de semana, por qué no hay más reviews de la gran cantidad de lanzamientos que se generan, porque no hay más eventos como SGL, cuando es el metal el que aún es capaz de transmitir algo bastante indescriptible y que anoche, con Helloween, volvió a corroborarse. Todos salimos completamente pagados.

Helloween puso la rúbrica para una gran semana para el metal, maravillosa, para todos.

Macarena Polanco G.
Fotos: Jerrol Salas

Macarena Polanco

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