Amnistía Internacional Chile 1990: Un abrazo a la esperanza- Cuando la música gritó por los caídos, la masacre y la injusticia en Chile

Amnistía Internacional Chile 1990: Un abrazo a la esperanza- Cuando la música gritó por los caídos, la masacre y la injusticia en Chile

«Desde Chile…un abrazo a la esperanza»: En un ejercicio de memoria a 50 años del Golpe de estado revivimos el concierto de Amnistía Internacional con las destacadas actuaciones y un testimonio presencial 

Una fecha histórica en procesos de cambios cruciales se vivía y respiraba en el aire en octubre de 1990, exactamente a dos años de que Chile le dijera NO a la continuidad de Pinochet en el poder y a solo meses de que la democracia volviera al país.

La cultura y el arte tenían que ser protagonistas y este evento que reunió a artistas de la talla de Sting, Sinead O’Connor, Peter Gabriel, Wynton Marsalis, Rocío Durcal, Ruben Blades, Tracy Chapman, Jackson Browne, New Kids On The Block y las presentaciones de los chilenos Congreso e Inti Illimani, entre otros, animaron esta fiesta de la que revivimos el recuerdo, en el año en que se cumplen 50 años del Golpe de Estado, además de contar con el testimonio emotivo y nostálgico de una asistente, que gentilmente nos contó su experiencia.  

El 12 y 13 de octubre de 1990, en dos jornadas marcadas por los números internacionales congregados en el Estadio Nacional, lo cierto es que la presencia de los proyectos chilenos puso en contexto la necesaria participación de quienes vivieron en carne propia los horrores de una dictadura, tanto en Chile como en el exilio; posicionándose desde la estoica trinchera del arte como medio de denuncia en pleno apagón cultural. Las puertas se abrían nuevamente, para la cultura y números internacionales del que por largos 17 años se nos fueron negados como país, como avance y como sede de que Chile siempre ha sido un país en que hemos tenido ávidas ganas de presenciar eventos musicales, de todo tipo. 

“Todos los artistas son muy conscientes de las cuestiones de derechos humanos desde una perspectiva humanitaria”, dijo Santiago Larraín, secretario ejecutivo del capítulo chileno de 2.000 miembros de Amnistía Internacional. «La idea no es recordar un pasado doloroso sino celebrar el regreso de Chile a la democracia y enviar un mensaje de esperanza a los países donde continúan los abusos a los derechos humanos». 

“Chile va a estar haciendo una fiesta por la libertad”, dijo el secretario ejecutivo, quien junto a un plantel de 2.500 técnicos colaboró en la organización de los conciertos. 

 

Inti Illimani: Los que tenían que estar 

Al igual como ocurrió anteriormente con Congreso, Inti Illimani aparecía en el escenario del “Desde Chile… un abrazo a la esperanza”, cerrando simbólicamente la incesante diáspora que mantuvo al conjunto fuera del país desde 1973.

Una procesión que sirvió para enriquecer la inquietud creativa de Inti Illimani, generando un especial arraigo con la música italiana. Producto de esta fusión, canciones como “Tarantella” y “El Mercado Testaccio” aportaron con un ambiente festivo a una jornada donde el contraste de emociones se mantuvo como constante. “Este estadio fue construido para la vida, pero fue usado para la muerte”, reflexionaba Jorge Coulón, luego de la elocuente interpretación de “En Libertad”; en uno de los momentos más sentidos, “El Equipaje del Destierro”, acompañaba por un coro de niños viñamarinos, fue la antesala para una de las postales más potentes del retorno a la democracia en términos culturales, con la sorpresiva colaboración de Peter Gabriel en la voz de “El Arado”, haciendo un homenaje desde Chile para el mundo a la figura de Víctor Jara.

Sinéad O’Connor: luz tras la tormenta

En 1990, la irlandesa Sinéad O’Connor solo acumulaba éxitos; era portada de todas las revistas, llamaba la atención por su look no acorde al estereotipo de la mujer hermosa y ‘Nothing Compares 2U’ era una balada que revolucionaba el dial alrededor del mundo. Con semejantes logros ¿quién querría arriesgar todo y caer?. Esa pregunta solo la responde el incomprendido coraje de querer denunciar abusos sexuales dentro de la iglesia, lo cual, en 1990 era un suicidio; sin embargo, para el clamor de lo que se vivía en ese momento en Chile, su bandera de lucha caló hondo y se recuerda con profundo sentimiento como uno de los momentos culmines del festival Amnistía Internacional.

La voz que inmortalizó esa gran canción escrita por Prince, era la de una mujer muy sufrida, con un infancia marcada por el abandono y la violencia eclesiástica hacia su pueblo; para los chilenos que celebraban el fin del terror era imposible no asociar ese sufrimiento con lo que tantos connacionales vivieron hace 50 años y que aún siguen viviendo ante la falta de justicia. En Chile, las noticias sobre las salidas de madre de O’Connor llegaban y eran aplaudidas, también, por tanta tempestad. Por eso, ‘Desde Chile… Un abrazo a la Esperanza’ congregó a tantos artistas internacionales y locales para celebrar el regreso de la democracia tras la dictadura encabezada por Augusto Pinochet y la segunda jornada estuvo marcada por los acordes y la dulce lírica de ‘Nothing Compares 2U’, ‘Jerusalem’, ‘Mandinka’ y muchos éxitos de Sinéad, pero si hay que rescatar un momento que quedó para la posteridad y que encandiló a O’Connor como la luz más fulgurante de esa noche, es cuando canta a dúo la canción ‘Dont Give Up’, con Peter Gabriel, y cuando prendió una vela en memoria de Rodrigo Rojas de Negri, fotógrafo asesinado en 1986 por una patrulla militar durante una protesta.

Hoy sabemos mucho más de Sinéad O’Connor que lo que sabíamos en ese momento y valoramos mucho más su valentía, a pesar de los altísimos costos que pagó en cuanto a su destino musical pero, más aún, en su paz interior. Recordar que esa noche de octubre de 1990, cuando un país se habría a la esperanza, subieron al escenario sobrevivientes de la dictadura y familiares de detenidos desaparecidos a contar sus historias que, 50 años después, aún parecen llagas sin cicatrizar y que emocionan tanto como ese día en que una irlandesa se compenetró, de igual a igual, con el dolor de miles de familias de este otro lado del mundo.

‘Recuerdo que era un momento muy triste para mí, yo en ese momento era muy joven, tenía 23 años, y vivía también en un país donde había mucho conflicto; entonces estar ahí reflejaba la misma tristeza que yo sentía en casa’, aseguró la artista en una entrevista concedida en el festival Womad, en 2015.

Peter Gabriel: Protagonista musical y ejecutivo  

Peter Gabriel recorrió un breve pero contingente repaso de sus hits del momento, los cuales fueron acompañados por Sinéad O’ Connor y por Sting, en una muy emotiva performance que buscaba devolver la esperanza a un Chile devastado por la violencia y represión. Las canciones “Don’t Give Up” y “Biko” hicieron de fondo ante un Estadio Nacional que celebraba, y que devolvía a la vida a uno de los recintos donde más violaciones a los derechos humanos se cometieron.

La verdad es que Peter Gabriel asistió más como un colaborador que como una figura principal, ya que pareciera dar la impresión de que durante la jornada el protagonismo tenía que llevarlo otro ente: la historia. Congruente con su postura frente a estas situaciones, haber compartido escenario con Inti Illimani y el resto de artistas lo volvieron una figura a la que se le muestra mucho aprecio en Chile, más aún cuando siempre ha estado con las antenas puestas en lo que pasa y pasó en nuestro país, incluso para las recientes elecciones.

«Cuando supe de los torturados en Chile…escribí esta canción», dijo Gabriel antes de interpretarla junto a Inti Illimani 

Sting: Hey, Mr. Pinochet!

«Sting, quien dedicó la canción «Ellas danzan solas» de su último álbum a los familiares de las víctimas de los 17 años de gobierno autoritario de Pinochet, fue uno de los primeros en aceptar la invitación para actuar. Eso allanó el camino para que otros artistas se inscribieran», dijo Santiago Larraín, el organizador. 

En la segunda jornada de Amnistía Internacional, el sábado 13 de octubre del 90, Sting, quien fuera el líder de The Police, fue uno de los primeros confirmados, y él mismo ayudó a convocar a los otros artistas que se presentaron aquella jornada. El intérprete de «Englishman in New York» se refirió en español a Pinochet, cuando interpretó «Ellas danzan solas» versión en español publicada en su EP Nada como el sol, acompañado de una veintena de mujeres que sostenían las fotografías de sus seres amados que desaparecieron bajo el régimen dictatorial. Este momento sin duda marcó la significancia del evento, donde el dolor y la fibra de la canción sigue siendo una de las postales más potentes de conciertos en Chile. 

En medio de la canción, Rubén Blades subió al escenario a declamar algunos de los versos como un poema, antes de la directa alusión a Augusto Pinochet de parte del inglés;

“Hey Mr. Pinochet, su siembra huele mal, y ese dinero que recibe, pronto se terminará, no podrá comprar más armas, ni a sus verdugos pagar, imagine a su madre, danzando siempre en soledad, danzan con los muertos, los que ya no están”

Para luego dar paso a un momento en que el propio Sting y Rubén Blades bailaron con las familiares de los desaparecidos. 

Winton Marsalis: Cuando la trompeta dijo más que mil voces 

Con una intro del maestro de la trompeta con «Gracias A La Vida» de Violeta Parra dio inicio la sublime presentación de quien ya muy joven se convertía en uno de los más connotados exponentes del neo clasicismo en el jazz del siglo XX, con especialidad en swing y bebop, estilos que fueron ganando terreno y siendo perpetuados por el hombre de Nueva Orleans para las nuevas generaciones. «The Majesty of The Blues» o «Play the Blues and Go», fueron actos que le siguieron para dar un toque de elegancia a esta emotiva fiesta por la esperanza y democracia, con una banda de lujo, entre otros su fiel compañero en la batería que lo sigue hasta estos días Henly Riley. 

Congreso: Que en todas las esquinas se escuche fuerte la palabra libertad!

Con un joven Pancho Sazo al frente, una de nuestras bandas más importantes -que también vivió los avatares de la dictadura resistiendo en el país-, se presentó abriendo estas jornadas con músicos mapuches ejecutando el Kul Kul, notado por el vocalista de la banda como acto relevante de nuestra identidad para darle el puntapié inicial a su show, cargado de rica musicalidad con temas como «Hijo del Sol Luminoso» , «El Trapecista»y por supuesto, «En Todas Las esquionas», pese a que, como comentaba la prensa de aquel entonces (un joven Hernán Rojas) les bajaron un poco el volumen y su actuación no brilló con todos los decibeles que se merecían. 

New Kids On The Block: El fenómeno juvenil con conciencia  

El verdadero fenómeno de una de los grupos «boyband» más importantes de fines de los ochenta e inicios de los noventa también estuvo presente. NKOTB, fue la banda que desató la histeria ante miles de fanáticos y fanáticas, principalmente niñas. El colectivo formado por Danny, Donney, Jordan, Joey, Jonathan, además tenía un valor agregado interesante para una banda de su tipo: abogaban por la ecología, por dejar el mensaje a los jóvenes contra las drogas y este, precisamente, estar en constante apoyo con los derechos humanos. Step By Step es el disco triple platino que sin duda los marcó y justamente venían en plan promocional ya que había sido lanzado en junio de ese año. Sin embargo, la transmisión que realizó TVN para todo Chile, quedó algo opacada por la producción de la banda juvenil, que solo permitió una canción.  


Entrevista a Cecilia Soto, 57 años, asistente al segundo día del festival “Desde Chile… un abrazo a la esperanza” (13/Octubre/1990)

Ver tanta cantidad de gente, en un evento demasiado importante en su significado, se sintió como un desahogo”. Así es como recuerda Cecilia Soto, quien, con 24 años en ese entonces, formó parte de las más de 80.000 personas presentes aquel 13 de octubre de 1990. En pleno génesis de los espectáculos masivos en Chile, siendo además testigo de la mítica presentación de Silvio Rodríguez ese mismo año, Cecilia describe con especial emoción cómo aquellas nuevas experiencias se tradujeron en alegrías. “Este show hizo que la gente se sintiera acompañada. Y luego de ese día nunca más dejé de ir a conciertos”.

¿Cómo viviste la efervescencia de los primeros conciertos masivos en Chile? ¿Pudiste notar un ánimo especial o diferente por el contexto de este festival?

El primer concierto masivo al que asistí fue en ese mismo año, cuando vi a Silvio Rodríguez. Eso fue una expectación especial porque estaba en Chile y no había logrado salir del aeropuerto. Entonces todo el mundo en Chile lo esperaba con demasiadas ansias. Estábamos demasiado felices con que el pudiese estar pisando el estadio, que también tiene una significación especial. Escuchar “Santiago de Chile”, en el Estadio Nacional, cantada por Silvio Rodríguez era lo máximo. Eso queda en la retina.

En cuanto a David Bowie fueron palabras mayores, porque para mí ese era un artista inalcanzable. Entonces cuando lo estaba viendo a cincuenta metros y escuchaba sus canciones, fue genial. Y él fue un artista bien cercano con la gente, porque, a pesar de que hablaba en inglés, el público se comunicaba muy bien con él.

Con el show de Amnistía Internacional, yo diría que fue de menos a más, porque no sabíamos lo que iba a pasar. Me empecé a informar de qué trataba el concierto, cuál era el contexto y por qué venían artistas que me llamaban mucho la atención. Una vez estando allá, esto fue algo explosivo, de ver a la gente que estaba tan entusiasmada. Desde que te bajas de la micro y correr hasta el estadio para tener una buena ubicación. Cuando tú vas a un concierto la gente está en otra onda, es una alegría especial. Uno se potencia con la efervescencia de la gente. Te dejas llevar de esa energía.

No recuerdo muy bien por qué medios me enteré del festival. Yo creo que la radio fue la principal difusora, pero principalmente el boca a boca. Empezó a circular esto entre los círculos y se empezaban a organizar los grupos para comprar las entradas, hacer filas, todo un proceso que ya no existe ahora. Las entradas en ese momento eran como unas tarjetas que tú pasabas por un torniquete, algo muy distinto a cómo fue después.

El contexto de estos conciertos era súper entretenido porque era una especie de liberación, porque vivíamos en un momento de mucha censura y de mucho miedo, que tenía relación con el tema político. Entonces el tema de la música era liberarse de eso, te olvidabas de todo lo que tenía que ver con este miedo que te frena. No tienes ninguna represión en el fondo.

Cuéntame en qué consistió y cómo viviste la apertura del festival, con músicos como Rubén Blades, Peter Gabriel y Sinnéad O’Connor juntos, cantando la canción de Bob Marley “Get Up, Stand Up”.

Después de estar esperando desde las 14 hrs haciendo la fila, hasta las 18 hrs cuando recién partió, había un ambiente de muchas ganas para empezar a escuchar música. Fue bien grato ver artistas tan diferentes juntos cantando. Era como ver lo que se venía. Partió Luz Casal, que, aunque nadie la conocía mucho, respetaron que cantara. Lo que a la gente más le entretiene era corear las canciones.

 

¿Tuvo algún significado especial para ti ver a Inti Illimani de vuelta en Chile como símbolo del retorno de las personas en exilio?

Sí. Cuando recién conocí a Inti Illimani, los escuché a través de un casete pirata de mi hermana mayor, que trajo desde Francia. Ella trajo música de Inti Illimani y Quilapayún porque esa música se escuchaba mucho más en Europa que en Chile. Aquí estaba todo censurado o llegaba muy poca música original. Era todo pirateado o traído de afuera. No había posibilidad tampoco, en términos económicos, a ver un concierto. Pero en este caso valía la pena. Yo ya estaba trabajando y pude juntar la plata para la entrada.

Verlos en vivo, en este contexto, con un estadio llenísimo, escuchar sus canciones y sus muchos instrumentos, fue algo hermoso y muy emocionante. Estás todo el rato con la lágrima en el ojo y los pelos de punta.

¿Esperabas ver en vivo una colaboración de Inti Illimani con Peter Gabriel? ¿Qué recuerdos te trae desde lo emocional?

Fue algo totalmente sorpresivo. Se sabía que Peter Gabriel aparecería más tarde, pero cuando Inti Illimani lo anunció, el estadio se vino abajo. Más encima que él habló un poco en español y se pudo comunicar con la gente. Y escuchar esa canción muy linda. También me acuerdo que anteriormente tocaron una canción junto a un coro de niños y eso también fue muy emocionante, porque la voz de los niños tiene una carga poderosa. Después (Peter Gabriel) cantó una canción en inglés, pero que también estaba relacionada al tema de los Derechos Humanos.

¿Cuál fue tu percepción del show de Sting más allá de lo musical? ¿Podrías contarme cuál fue tu sensación al escuchar “Ellas Danzan Solas” junto a las y los familiares de DD.DD. en el escenario?

Para ese momento ya me sentía cansada, porque habían pasado varias horas y varios artistas. Yo estaba bien adelante. Estábamos todos pegoteados unos con otros y casi no se podía ni respirar. De repente el presentador grita ¡Sting! La gente se adelantó y quedé como con unos dos metros libre, después de estar ultra apretada.

Él también fue súper esperado, porque también se veía como un artista inalcanzable. Era increíble verlo tan cerca en ese momento. Dio un show muy bueno en calidad, musicalmente hablando. Después de escuchar algunas de sus canciones se manda “Ellas Danzan Solas” y ahí dejó la patá, porque invitó a familiares de Detenidos Desaparecidos y Peter Gabriel se subió a bailar. Fue quizás el momento más emocionante de ese día. Además, el estadio se vino abajo en pifias cuando Sting dice, “Mr. Pinochet”.

Otro momento emocionante fue durante el show de la Sinead O’Connor. En esa época no era usual ver a una mujer rapada. Y ella era muy chora, muy segura de sí misma. Cantaba con mucha energía y recuerdo que, a mitad de su show, se saca la blusa y queda en sostenes. El estadio se transformó en una ovación. Es que vivíamos un mundo tan censurado y tan conservador que algo así era demasiado rupturista y novedoso. Fue un momento de liberación. Pese a que tampoco era tan conocida por el público, su propuesta fue tan cercana que se sintió que ella estaba comprometida con la causa de ese momento.

¿Cómo interpretas la implicancia histórica que fue realizar este festival en el Estadio Nacional?

Fue algo muy simbólico. Como dijo Inti Illimani, ese estadio fue hecho para el deporte, cosas alegres, y ahí pasaron cosas terribles. Fue muy potente hacer un festival con canciones y un contexto dirigido a familias que sufrieron la pérdida o tortura de seres queridos.

Cuéntame lo que significó, desde ese momento en adelante, el valor emocional y personal de asistir a conciertos ¿Lo consideras un símbolo de liberación? ¿Crees que un acto tan común hoy en día marcó una diferencia en la sociedad post dictadura?

O sea, para mí personalmente lo fue. Porque siento que se transformó en un lugar donde tú podías gritar lo que fuera. Podías hablar en contra de Pinocho o quien fuese en esa época, y nadie te iba a estar reprimiendo por eso. Entonces eso, en el fondo, es como una liberación donde no entra nada más que el disfrute y el valor de lo que significó ese festival. Es una ausencia de la represión. Y eso me fue pasando en todos los conciertos. Estos lugares donde aflora la expresión.

Cecilia Soto, imagen de la época, junto a su sobrino Javier (colaborador de nuestra página, ahora de 31 años)

Vivimos en un mundo con muchos miedos. De hecho, yo creo que para mi generación ese miedo nunca se ha quitado. Yo lo veo en mis hijos, que no tienen miedo y se exponen. En ese lugar nos permitimos liberar nuestra tensión, liberar la alegría, liberar la nostalgia y la tristeza. Manifestarnos en todos nuestros sentimientos. Si pudiera decirlo, en una palabra, sí, me parece una liberación.

Nosotros no estábamos acostumbrados a ese tipo de conciertos. Estábamos acostumbrados a las peñas folclóricas, donde alguien cantaba con guitarra y éramos treinta personas como mucho. Eso ya permitía liberarnos, aunque fuese un poquito, y escuchar música con contenido social. Y el llegar a un estadio lleno, con miles de personas gritando en la misma emoción que una, fue un paso gigantesco. Eso fue una parte importante en nuestra educación musical, por lo menos en la gente que como yo disfrutaba de la música. Es algo que jamás se nos va olvidar. Cómo lo viviste, a quién viste, cómo se sintió en ese minuto. Estar en un momento, recién saliendo de una dictadura, y poder llegar a ese estadio, liberarte de todo y gozar de la música. Por supuesto que fue bacán y yo nunca más paré de asistir a conciertos, porque lo que se vive es una alegría colectiva. Se lo he podido contagiar un poco a mis hijos. Es algo adrenalínico.

 

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