Disco Inmortal: Anathema – Alternative 4 (1998)

Disco Inmortal: Anathema – Alternative 4 (1998)

Peaceville Records, 1998

El «Alternative 4» esta justo en medio de una trilogía dorada del grupo conformado por su anterior «Eternity» y el sucesor «Judgement», en los que la verdad cualquiera de ellos podrían haber estado elegidos para nuestra sección Disco Inmortal, aunque al menos para quien escribe en el «Alternative 4» estaba concentrada la inspiración y en el conjunto de temas el disco se defiende mucho mejor que aquellos.

Eran los tiempos del “nuevo Anathema», dejando lejos el lado death/doom con que se conocieron en el “Silent Enigma”, tiempos en que la banda giraba con bandas como Cannibal Corpse, así de drástico. Hoy en día es bastante irrisorio pensar que Anathema y una banda death metal extrema puedan compartir un show, dado que ya lesas ligas quedaron en el pasado en pos de una mirada clásica, progresiva y de mucha pasión, que de verdad logró conquistarnos por el corazón y cerebro. Anathema evolucionó, y evolucionó muy bien, convirtiéndose en una gran banda de atmósferas, melodías e intensidad al borde de lo sublime, muy de la mano del genio Duncan Patterson que dejó perplejos a los hermanos Cavanagh por su forma de escribir letras depres y atmósferas de ensueño (y diseñando hasta esa portada fantasmagórica y surrealista).

Esta Alternativa Cuatro lo sentencia con los bellos tracks que arrancan: mientras «Shroud of False» electriza todo con sus majestuosos pianos y versos para avisarnos que estábamos enfrentando a una gran placa desde ya, por vez primera todo condimentado y de forma notable con esos fade outs que te liquidan de entrada. Es espectacular como el touch Pink Floyd llenó de magia el espíritu de la banda, pues en este disco ya se van notando estas inspiraciones del sonido Gilmour impreso de una forma muy imponente, aunque al mismo tiempo las guitarras duras con descomunal energía entran. «Fragile Dreams» es un tema dulce y feroz por su melodía y lírica y claramente uno de los mejores temas compuestos en su carrera. El inicio de este disco es sumamente atrapante.

La cosa sigue muy bien: ‘Empty’ fue el gran single e incluso tuvo rotaciones radiales, la violencia y sutileza del tema juegan un fuego contra fuego muy interesante. Luego de esa intro muy prog Rush los dardos venenosos líricos son impactantes: «I’m dying faster but nothing ever last i remember a night from my past when i was stabbed in the back and its all coming back and i feel that pain again», qué frase y con qué fuerza la cantan el gran Vincent Cavanagh, paseando por un existencialismo depresivo y rabioso pero al mismo tiempo sonando alegre con unas guitarras que coqueteaban con el dance industrial. El doom, la pena y dolor eran sacados de una forma bastante hermosa, fue una de las grandes gracias de este disco y del sonido Anathema a decir verdad. «Lost Control» («La vida…me ha traicionado una vez más»), otro gran ejemplo, y esta vez con unos violines entrometidos de una forma magistral hacia el final.

Hay que decir que la dupla de teclados Duncan Patterson y Danny Cavanagh funcionaron muy bien, sin abandonar ese sonido oscuro de antaño en temas como ‘Re-Connect’ o ‘Feel’, porque aun brillaban esos latigazos de poder en las guitarras, pero de una forma extremadamente prolija y cuidada, pues cada centímetro musical de este disco está muy bien planeado. La bella y angelical «Alternative 4» tomaba cosas prestadas de sus coterráneos My Dying Bride, con esa amargura y cantidad de notas pantanosas marchando por los lados más oscuros de la memoria de un hombre, porque es un disco de vivencias pasadas, de nostalgia y de un pasado terrible pero que era digno y necesario de sacar afuera.

También está ‘Regret’, que es un tema donde las guitarras acústicas y todo un entorno de sensibilidad brutal justifican sus casi ocho minutos, Anathema volvía a dejar una marca registrada y una estampa, un sonido que terminó por definirlos y ser el cariz de toda una generación de bandas. Otras joyas hay como ‘Destiny’ que cerraba la primera edición y no dejar de mencionar en la edición de 2003 los covers: caso aparte el curioso cover de Bad Religion ‘Better Off Dead’ muy llevado a su estilo, y los que no podían faltar casi como la declaración jurada de su devoción por Pink Floyd en ‘One of the Few’ (todo en el estilo Roger Waters «The Wall») y ‘Goodbye Cruel world’, todas que en sus cortos minutos contrastan con las vocalizaciones casi operáticas del purgatorio de parte de Cavanagh, como no podía ser de otra forma, elegidas para ir sellando un disco bello, por sobre todas las cosas, muy deprimente y oscuro, pero hermoso al mismo tiempo y una de las grandes victorias discográficas de los de Liverpool.

Patricio Avendaño

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