Disco Inmortal: The Doors – L.A. Woman (1971)

Disco Inmortal: The Doors – L.A. Woman (1971)

Elektra, 1971

Variados problemas se presentaron antes de la grabación de esta pieza musical infaltable para cualquier melómano. Pero si nos centramos en el meollo del asunto la pregunta cae de cajón: ¿por qué habrá sido una dificultad en la antesala realizar el último larga duración de The Doors con Morrison en vida?

Muchos críticos comentaban antes de que se realizaran los trabajos para  grabar este disco que los californianos se estaban ahogando en sus propias pretensiones y además fueron reprochados por las actitudes de Morrison en cada presentación, donde a través de elaborados discursos introducía a la sociedad en una anarquía y rebeldía en contra de los poderes predominantes.

Para colmo, Paul A. Rothchild, productor de todos los discos de la agrupación, renunció a la realización del sexto álbum de estudio debido a los constantes roces que tuvo con la banda oriunda de Los Ángeles, agravado debido al poco interés que prestaron a sus propuestas en cuanto a la dirección musical. Todo premeditaba que podría ser un fracaso el que sería la última gran obra de los liderados por Jim Morrison que, a principios de los 70, estaba quemando sus últimas cartas para redimirse ante el alcohol y las drogas.

La banda no estaba muy bien psicológicamente y el ‘Rey Lagarto’ mucho menos, pues no tenía motivaciones para realizar algún trabajo más junto a sus compañeros (tenía como prioridad viajar a París, escribir poesía y estar junto a su novia Pamela Courson). Sin embargo, para darle el impulso necesario a ‘Jimbo’ para que sacara lo mejor de sí, le trajeron a Jerry Scheff, pero ¿quién es Scheff y que significaría para Morrison? Pues la respuesta está en que a Jim le fascinaba Elvis Presley, y tener, por ende, a uno de los músicos, particularmente al bajista que acompañó al ‘Rey del Rock’ era un sueño para el Dionisio americano.

Con Morrison con un nuevo aire y la banda más unida que nunca, partieron a finales de 1970 la grabación del que sería el último disco con el poeta maldito del rock ‘n’ roll en la voz antes de que comenzara la leyenda y su bohemio legado.

Jim dejó de lado sus estudiosos métodos para cantar y tuvo una mayor libertad para expresarse, además de pequeños momentos de lucidez poética. Todo esto, se puede notar en la primera canción del disco con The Changelling. En Love Her Madly con un toque parecido al que tuvo con el disco homónimo del 67, entregó el tono a lo que es una apología al amor juvenil, que inclusive lo llevo al track a estar décadas después en la película Forrest Gump de Robert Zemickis, acompañando una de las escenas de la mal mirada Jenny Curran (Robin Wright) luego de abandonar al violento compañero de turno que tuvo en la cama.

Ahora, llegar a esta parte de la autopista de nombre L.A. Woman fue algo cúspide, pues es una obra perfecta para cualquier amante de los autos. No menor, es el comienzo que nos pone como conductor en un viaje a toda velocidad por Los Ángeles arriba de un Ford Mustang que nos va mostrando las particularidades de la ciudad: palmeras, playas, mujeres, prostitución, asesinatos, autopistas y buen rock & roll, centrándonos en una fémina que vive su vida en la noche y por supuesto la ciudad, relatada muy bien por un barbudo personaje sumergido en alcohol que intenta emular a Arthur Rimbaud en sus tinieblas junto a Paul Verlaine. El clímax de esta cuantiosa canción nos llega con la frase “Mr. Mojo Risin” que es un anagrama del Poeta Maldito que nos sumerge aún más en la oscuridad para luego dar rienda suelta al ritmo desenfrenado de la guitarra de Robby Krieger y los teclados siempre complicados de Ray Manzarek que hacen elevarse al Mustang en un vuelo nocturno y vertiginoso con vista privilegiada en el desarrollo de escabrosos dramas juveniles y citas extramaritales de profesionales y concubinas.

Sin embargo, antes de finalizar el disco, The Doors nos entrega un finiquito loable en todo sentido de la palabra: Riders on the Storm. Siete minutos con 14 segundos de lluvia y un bajo excepcional de Jerry Scheff que nos adentra en la historia del asesinato de una familia en una carretera que es azolada por una tormenta eléctrica (Sweet family will die / Killer on the road, yeah) y que también podría referirse –sin ningún problema– al episodio que vivió en su infancia Morrison cuando vio la muerte de unos chamanes, suceso que lo marcó para toda su vida. El tema devolvió la esencia de la banda con el toque de misterio que siempre sembraba Jim en sus prosas.

El epílogo de esta historia de la ‘Mujer de Los Ángeles’ que fue lanzado en 1971 llegó con la misteriosa muerte de James Douglas Morrison en una bañera de Francia tres meses después, donde bajo la producción de Bruce Botnick volvió a The Doors a la vida en una época de turbulencia política y movimientos juveniles, sellando así la participación en la banda de uno de los íconos más salvajes y controvertido del rock autoproclamado ‘The Lizard King’.

Por Bastián Cifuentes A. 

Nacion Rock

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