La rebelión de la tristeza: Lebanon Hanover en Club Blondie

La rebelión de la tristeza: Lebanon Hanover en Club Blondie

Fotos por Cristian Calderón

Finalmente, y luego de casi un año después de ser anunciado, llegó el debut de Lebanon Hanover en Chile. La banda se embarcó en su primer tour sudamericano, pasando por distintos lugares de Sudamérica, por lo que la fanaticada local manifestó su interés en la fecha desde el comienzo.

La banda seleccionada para abrir el show fue el dúo nacional Diavol Strâin, quienes tras un exitoso paso por KEXP y el lanzamiento de un nuevo single en febrero, viven un pleno momento tras ser participes de esta jornada y, próximamente, de lo que será la vuelta de Placebo al país.

Con buena puntualidad, y un Club Blondie que comenzaba a recibir un público entusiasta, salía al escenario el dúo oriundo de Valparaíso. Algunos percances técnicos no lograron opacar el set de Ignacia Strâin y Lau M, quienes se presentaron seguras en su performance. Con un maquillaje trabajado, juego audiovisual y una predominancia de la estética gótica, el dúo hizo un repaso por parte de su discografía no muy extenso, pero preciso. Canciones de sus trabajos «Todo el Caos Habita Aquí» y «Elegía del Olvido – Elegía del Horror», pero también hubo espacio para sorpresas. La banda interpretó por primera vez «Traición», single estrenado en febrero, y además, en la canción «Inferno», dedicaron la interpretación a las disidencias que se ven/han visto vulneradas por la violencia patriarcal; fieles a su postura política. El apoyo del público estuvo en todo momento de su show, lo que sostiene la idea de que son, actualmente, una de las agrupaciones más destacadas y queridas de la escena oscura local.

Luego de algunos minutos de espera, se apagaron las luces del club para recibir al show principal de la noche. Una soga, símbolo de la banda, aparecía en la pantalla junto a un «Lebanon Hanover» que permanecería a lo largo de toda su presentación. Con una presencia fría e imponente (que mutaría con el pasar del show), Larissa Iceglass y William Maybelline pisaban el escenario para interpretar un set diverso, que pasaría por gran parte de su discografía.

La primera parte del show tuvo puntos alto en donde se desató la euforia de los fans, quienes se dejaron llevar por los sintetizadores y el bajo de la banda. Canciones como «Saddest Smile» y «Sadness Is Rebellion» fueron cantadas por el público con fuerza y con pleno conocimiento de las letras. También, hubo espacio para mostrar material nuevo, donde las guitarras acústicas brillaron en «Kyiv» y «Better Than Going Under».

«Albatross», «No One Hold Hands» y «I Have a Crack» aceleraban los ánimos y dejaban ver las habilidades de baile de William (el tipo realmente saber cómo motivar más aún al público con su energía). «Gallowdance» y «Babes of the 80s» eran, probablemente, de las canciones más esperadas por la fanaticada, y supieron hacerlo notar con bailes y gritos eufóricos.

Luego de algunas canciones más, y de interactuar a ratos con el público expresando su agradecimiento por el apoyo, la banda dejó brevemente el escenario para retomar con «The Last Thing», otra de sus canciones clásicas. El cierre, llegó con una canción que se caracteriza por marcar el fin de sus sets, con «Come Kali Come» del álbum «Sci-Fi Sky», donde el público aprovechó de dejar toda la energía que les quedaba en la cancha, y haciendo sentir a la banda bien recibida.

Un debut redondo para una banda que se pedía desde hace años, y que es una figura clave del revival del fenómeno dark wave. Ojalá que haber estado frente a un Club Blondie casi en su totalidad sea razón para que no pasen tantos años para nueva visita.

Javier Bravo

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