Cancionero Rock: «Ghost of the Navigator» – Iron Maiden (2000)
La metáfora y épica van de la mano en muchas canciones de Iron Maiden. Es su espíritu, esencia e identidad. Más o menos desde los ochenta que la historia de la doncella lo ha dictado así y la pluma de Steve Harris al escribir canciones ha sido poderosa al respecto. «Brave New World», el gran regreso de Maiden con Bruce Dickinson en el 2000 fue casi un nuevo libro donde se albergaron canciones tipo cuentos de variada índole, de corte distópico (como el gran tema que tituló al álbum inspirado en la obra de Aldous Huxley) y otras totalmente soñadoras y poéticas, pero siempre caminando en penumbras, en parajes oscuros pero no menos mágicos.
Esta canción —que se inspira en una parte de aquel libro— habla sobre la vida del personaje, Bernard y su viaje a las tierras exteriores donde se encuentra con Juan el Salvaje. Conocer a Juan lo libera de las restricciones que su mundo le impone. Está libre de la burla que siempre recibió de personas «mejores», pero luego se da cuenta de que está «persiguiendo a los arco iris» y que la sociedad está llena de un montón de basura. Sus sueños y su gloria desaparecen y, finalmente, se va para ir a un lugar donde los que entienden mejor a la sociedad van con su amigo Helmholtz.
«Ghost of the Navigator» es una gran canción de aquel disco, en la cual un hombre anciano, que ha «navegado» a muchos lugares en la vida, está a punto de embarcarse en su viaje final y es la metáfora de un hombre que ha vivido mucho elige su último destino. Él se dirige hacia el oeste ya que es el gran «territorio desconocido». Por lo tanto, esto sugiere que el anciano desea ver algo nuevo antes de irse.
El coro está ahí para contrastar con la resolución de los versos. La tarea de un navegante es determinar el mar, guiar a los barcos de manera segura hacia donde quieren llegar. Los navegantes de la vida, por lo tanto, son los moralistas, profetas, líderes de la historia que han guiado a la raza humana a través de las olas tormentosas de la vida, creyendo hacer siempre lo correcto. Sin embargo, en retrospectiva, mirando hacia atrás a estos «fantasmas», uno concluye que están perdidos. Y así, navegando hasta el atardecer de sus vidas, «cuentan los costos» de dedicarlo todo a perseguir lo que parecía ser el sol, pero parecía ser solo un arco iris, una ilusión óptica. Y así llega su último consejo al marinero, que él percibe como «sirenas» que lo desvían de su camino legítimo: «Toma tu corazón y déjalo en libertad», lo que parece ser una especie de redención, de disfrutar tus últimos alientos como nunca lo hiciste.
Sin embargo, la «oscuridad» que deja atrás es en realidad la totalidad de su vida. Durante los años que pudo haber pasado «arrastrado por las olas», luchó contra ellas. Al igual que los navegantes antes que él, navega hacia la eternidad sin la seguridad de que el «sol» esté realmente allí, pero ese es el camino que eligió para sí mismo. «No hay otra manera», reza en su letra que no deja de ser emotiva y nostálgica y te deja darle la vuelta a toda esta historia.
Maiden siempre ha reflexionado sobre la vida y la muerte en sus canciones. En «Ghost» encontramos ciertas similitudes con la gloriosa «Rime of Ancient Mariner» del Powerslave, por la épica del navegante en océanos desconocidos y oscuros, aunque aquella contaba una historia demasiado llena de mensajes ecológicos y plagada de fantasmas, la muerte en vida y otras dimensiones como lo es ese asombroso poema de Samuel Taylor Coleridge. Es una de las construcciones en lírica más bellas y la interpretación de Dickinson, como tantas otras, simplemente sublime.
Por Patricio Avendaño R.