Disco Inmortal: Queen – A Day at the Races (1976)

Disco Inmortal: Queen – A Day at the Races (1976)

EMI Records / Elektra, 1976

Las grabaciones de este disco se iniciaron cuando la banda ya había conseguido su lugar en el Olimpo. Preparar “A Day at the Races” se suponía complicado porque la vara la habían dejado, ellos mismos, demasiado alta. Todo era expectación, tanto para la banda, como autores, como para la crítica, la cual estaba atenta para apreciar si podían ser capaces de repetir el monumento de 1975 o si se la iban a jugar por otra innovación, considerando que la era punk ya daba sus primeros pasos. En ese contexto, “A Day at the Races” logró ser un gran álbum, construido con toques de infortunio y de suerte. De infortunio, porque se le ha puesto en la balanza con el definitivo y sin rivales “A Night At The Opera” (1975), y de suerte, porque esto mismo ha supuesto que es un disco de continuidad de una gran obra, sacándole la mochila negativa, a pesar de que en 1977 Rolling Stone le puso solo dos estrellas, y 40 años después eso se le ha restregado en la cara al gigante del periodismo musical.

“A Day at the Races” fue el primer álbum producido íntegramente por Queen, después de coproducir los cuatro primeros con Roy Thomas Baker. Hay trabajos elementales de piano, guitarra y bajo acústico que dan una favorable impresión, sin contar el uso marcado de la Red Special de Brian May y la utilización de patrones ya clásicos, como los matices blues de “Tie Your Mother Down” que hacen una mezcla deliciosa al oído; los temas que compone el Dr. May siempre tienen ese toque rockero que suena con claridad en “You and I”, una canción excelente; compuesta a golpe de teclado y sintetizadores con una guitarra suave, sacando a flote la influencia jazz y blues del grupo y la expertiz del as bajo la manga de Queen para sacar buenos temas: John Deacon. “You Take My Breath Away” hace la disonancia y sorprende con su amplio espectro de posibilidades al ser una balada fantástica en su composición. “Long Away” mira hacia el otro lado del Atlántico pues suena americanizado, del tipo Reo Speedwagon o Eagles, mientras que “The Millonaire Waltz” nos remarca la personalidad de Mercury al combinar rock con ópera.

Qué decir de “Somebody to Love”, una creación remarcada por coros de influencia negra, rasgo vital para la obra de Mercury. La producción tiene inspiración directa en el gospel de Aretha Franklin y su brillante composición es a base de superposición de voces, las que llegan a 100 variaciones. “Sin duda que a Freddie le hubiera encantado ser Aretha Franklin” dijo Brian May en el documental “Days Of Our Lives” y acá se nota. “White Man” es un rock mezcla inglesa y southern americano, el que ya empezaba a pegar con fuerza en ese tiempo. “Good Old-Fashioned Lover Boy” es otro tema al piano que va in crescendo a base de coros; “Drowse” se queda atrás pero destaca el rango vocal que le da la atmósfera del tipo “carretera”. Y “Teo Torriatte (Let Us Cling Together)” es realmente bella, hasta con ese estribillo que ya hacía guiños a públicos lejanos que ya los adoraban, como pronto lo haría el resto del mundo.

La portada del disco también hace una referencia a su “hermano”, pero la diferencia está en que la tapa es negra (a pesar de estar hablando de «día»), mientras que el discazo de 1975 es de tapa blanca aunque se refiere a la “noche”. Las figuras y posturas son menos sutiles que en “A Night At The Opera”, como queriendo dar la sensación de que este trabajo tiene más anclaje a la tierra y no tanto a lo emotivo.

“A Day at the Races” marca el final de una etapa para la Reina, antes de dejarse seducir por la velocidad del punk y por la llegada a lo grande a Estados Unidos, lo que cambiaría definitivamente la estilística y la estructura en su producción musical. El álbum propiamente tal, sin duda que ha quedado a la sombra de su antecesor y hasta hoy no ha sido completamente descubierto, a pesar que muchos lo han definido como la segunda parte de “A Night At The Opera” y eso es un buen principio para su valoración. Por lo mismo, cualquier elogio que se le haga al álbum “blanco” de Queen serviría para su lado “negro”, ya que comparten la misma filosofía y los mismos conceptos.

Macarena Polanco

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