«Hellbilly Deluxe»: cuando Rob Zombie creó su propio infierno (y de lujo)
Geffen, 1998
En 1998 «Salvando al Soldado Ryan» de Steven Spielberg era una máquina de suspenso y efectos especiales en primera persona. Se estrenó «Corre, Lola, Corre» de Tom Tykwer y «Rushmore» de Wes Anderson. El «Proyecto de la bruja de Blair» estaba en pleno rodaje y ya habían pasado algunos años desde que se presentó en la salas de cine «Scream» de Wes Craven, dejando en lo más alto su nombre al cual lo habían dado por acabado en la década de los 90, renaciendo el terror en su mirada. Desde fines del 97 hasta mediados del 98, Rob Zombie, a través de un intenso trabajo melómano y cinéfilo, engendró su debut solista en la dirección del disco “Hellbilly Deluxe: 13 Tales of Cadaverous Cavorting Inside the Spookshow International”.
El cineasta y músico dejaba atrás su pasado con White Zombie y se dedicó a tiempo completo a su proyecto en solitario al más puro estilo del cine de bajo presupuesto estadounidense. Este LP, en estricto rigor, era una suerte de continuación del último álbum de su ex banda titulado “Astro-Creep:2000, Songs Of Love, Destruction And Other Synthetic Delusions Of The Electric Head” de 1995, pero con una nueva frescura -a pesar de los múltiples parecidos entre sus canciones- y una dirección con alto grado de pavor y miedo.
Nos remontamos al cine B de terror y es acá donde parte todo. “Call Of The Zombie” abre los fuegos con el diálogo espeluznante de Sheri Moon Zombie en la introducción para hacer explotar nuestro oídos con “Superbeast”, con todo ese estilo sombrío y lúgubre de Rob. «Shriek the lips / across ragged tongue / convulsing together / Sing Violently / move the jaw,cry aloud / Bound up the dead Triumphantly» (“Chillan los labios / atraves de la lengua desgarrada / convulsionandose juntos / Cantan violentamente / mueve la mandibula, lloran en alto / Rodeados por los muertos triunfalmente»), dicen las primeras letras de este terror sonoro.
Los monstruos están de fiesta y las tumbas son las pistas de baile. “Dragula” sigue este recorrido infernal en honor a la serie de televisión The Munsters de mediados de los años 60. Además, se le agregan las palabras del extinto Christopher Lee que recita «superstición, miedo y celos» de la película «The City Of The Dead» en la cual Lee es uno de sus protagonistas, antes de dar con todo al ritmo del sonido industrial alternativo. “ ‘Dragula’ fue una de las últimas canciones terminadas para el disco. Se unió muy rápido y funcionó, pero podría simplemente no haber estado”, dijo Zombie en una entrevista acerca del sencillo que más créditos le ha dado en la órbita musical.
«¿Quién es esta criatura irresistible que tiene un amor insaciable por los muertos?», nos lanza “Living Dead Girl”, sacada de la película Lady Frankenstein de Mel Welles. En esta ópera de sintetizadores y sonidos industriales, Zombie mezcla varias frases de sus películas favoritas de terror para hacer una simbiosis casi perfecta en este single que contiene una inusitada sensualidad. “Perversion 99” nos sumerge en menos de dos minutos en un trance hipnótico que hace de interludio para pegarnos un machetazo en la cabeza con «Demonoid Phenomenoid», la canción más pesada, con la cual Mike Riggs va dando estruendos con su guitarra, John Tempesta golpea su batería como al cráneo de un muerto viviente, mientras Rob y Scott Humprey homenajean al largometraje Les Lèvres Rouges del belga Harry Kümel.
“How To Make A Monster” nos da una pequeña tregua antes de seguir con los fotogramas aterradores de este guion de Zombie y Humprey, para detenemos en «The Ballad of Resurrection Joe and Rosa Whore», donde Tommy Lee hace de las suyas ensangrentando la batería. El décimo track del disco contiene partes muy parecidas a “Real Solution #9”, pero con un sonido mucho más electrónico acompañado de una experimentación de metal industrial, semejante a un Nine Inch Nails, pero al estilo de George Romero.
En este disco, Rob Zombie junto Scott Humprey, quien también lo mezcló, se convierten en los Tarantinos de la música industrial, desarrollan un guion maléfico que parte con su carátula creada por el ilustrador Basil Cogos, que le sirvió a Rob para interpretar este personaje en cada presentación que realizó. Además, el arte que viene dentro del álbum tiene dibujos de Daniel Brereton y Gene Colan, este último reconocido por haber hecho las gráficas del cómic La Tumba de Drácula, mientras que su nombre es casi una parodia al LP de country Hillbilly Deluxe de Dwight Yoakam de 1987.
La película está muy bien narrada, contiene todo los aspectos del género de terror y hace hincapié en el estilo del bajo presupuesto para crear un álbum vanguardista y aterrador. Las introducciones e interludios que se despliegan en cada track, son los retazos perfectos para acompañarnos mientras una horda de zombies nos espera en las afueras de una granja. Nos entierra por pasajes en la teatralidad misteriosa de Tod Browning y su Drácula de 1931, pero a la vez le agrega la mejor sustancia de lo que es la piedra angular del terror gótico como es Frankenstein de James Whale. En definitiva, lo escrito en el artículo sobre Nosferatu del extinto diario alemán Vossische Zeitung, nos dicta el resumen perfecto para describir lo que es la esencia de Hellbilly Deluxe : “así es el cine: carruajes fantasmagóricos que cruzan hondonadas boscosas, espectros, que acechan a la gente, un brote de peste, barcos que atracan en los puertos sin tripulación, ataúdes llenos de tierra y ratones que escapan de los sótanos para subir a los coches y a los barcos, y meterse por las grietas de los edificios. Así es el cine: un ser medio hombre y medio fantasma se arrastra, trepa por la pantalla y, entre tanto, como concesión a un público mediocre que afloja la mosca, una historia de amor con final trágico”. Una obra musical de terror del séptimo arte.