Disco Inmortal: Kiss – Alive! (1975)
Casablanca, 1975
Kiss siempre ha sido sinónimo de rock n’ roll, éxito y glamour, tal como lo conocemos a estas alturas del partido. Pero hay una historia que no todos conocen y es la que dio pie a que Kiss fuera todo lo grande que es ahora. Después de sus primeros tres discos de estudio —y en un momento en que de parte de los medios la banda solo llamaba la atención por sus estrafalarias vestimentas y maquillaje—, les surgió la idea de realizar un disco doble en vivo, dado que por esos años se autoconsideraban buenos en ese aspecto, pero sólo con el propósito de dejar grabado el registro para la posteridad, asumiendo un ejercicio arriesgado y que preveían que iba a traer consigo serias complicaciones a la disquera en términos comerciales.
Pero para sorpresa de la banda este disco se convirtió en el punto de entrada a la consagración total y el reconocimiento masivo. Era una época en que los discos en vivo no importaban mucho a nadie, pero la espectacularidad que emanó de estos cuatro músicos que dejaron el alma en el stage de ese mítico Cobo Hall de Detroit la noche del 27 de marzo de 1975 fue realmente conmovedora.
El disco es encendido de principio a fin, hay que decirlo. La notable entrada de ‘Deuce’ era solo un aperitivo para la dosis de rock’n roll, desenfreno y emoción que se venía. Con Peter Criss inspiradísimo en la batería y para qué hablar de Paul Stanley y el gran Ace Frehley en las guitarras, su juego de solos y riffs se iba a suceder de forma espontánea durante todo el concierto-disco sin mayor reparo. Pegada a ‘Deuce’ está ‘Strutter’, ya a estas alturas esta es una dupleta clásica en los shows en vivo de la banda, infaltable en sus conciertos.
Los hits se siguen sucediendo, con ‘Firehouse’, y con el clásico sonido de bomba de incendio y luces que enfocan por todo el lugar cual cárcel en alarma de fuga (hay una anécdota: un día Eric Singer, futuro baterista y fan acérrimo de la banda fue descubierto encaramado en un lugar de privilegio en algún teatro por estas luces y echado del recinto), bueno, esto no hacía mas que embelesar mas a ese público afortunado de esa noche mágica.
La ondera ‘Nothin’ to Lose’ suena maravillosa en un momento en que el concierto no te da un solo respiro, le sigue ‘C’mon and Love Me’, canción prácticamente autobiográfica de Paul Stanley del disco Dressed to Kill, grabado sólo un mes antes de este monumental registro. Ace Frehley sin duda fue uno de los pilares por lo menos en la primera etapa de la banda, y su composición ‘Parasite’ suena tan fresca en vivo que parece que hubiese sido de este año, potente, agresiva y sin ir mas allá muy influyente en el estilo de riff que se iba a desarrollar mas adelante tanto en el hard rock como en los estilos mas contemporáneos. Una gran pieza de heavy metal que en vivo suena a todo cañón. Lo mismo ocurre con ‘She’,otro hitazo mas que gozable en vivo sobretodo.
Lo increíble de este disco y que fue lo que causó tanta conmoción y fanatismo, aparte de la teatralidad y el shock-rock que ofrecía la banda es la cantidad de ‘hits’. Digamos canciones onderas, de melodías amigables y con solos espectaculares pero dentro de los términos de la misma canción rockera precisa. Kiss nunca fue ni pretendió ser una banda tan técnica, pero el efecto que produce es espectacular y compacto. Uno sabe que va a ir a un show de Kiss y no se va a ir disconforme, te lo dan garantizado desde la primera hasta la última nota de sus shows.
Y si hablamos de buen show y de darle pan y circo al pueblo, ahi está la versión de ‘100.000 Years’, una de las mejores performances de la banda y un solo de batería de Peter Criss de más de 8 minutos increíble, además Paul Stanley mientras se sucede este solo en actitud desafiante interactúa con los eufóricos fans ya a esas alturas e insistentemente los provoca preguntándoles cosas como «Do you believe in rock’n roll?» o «Say Rock’n roll!» a lo cual obviamente la impresionada audiencia le sigue el juego en todas.
Ya en la parte final del disco Kiss nos entrega otros tres hits memorables: ‘Cold Gin’, con Stanley nuevamente mandándose un speech, esta vez consultandole a la gallada que piensan del alcohol, seguro muchos lo estaban viviendo en carne propia u otros no pero con este show era como para estar ebrio de emoción; ‘Rock ‘N’ Roll All Nite’, clara declaración de principios de los neoyorkinos y tema elegido para el cierre en casi todas sus presentaciones. Obviamente la puesta en escena y la espectacularidad con el tiempo se fue desarrollando mas. Típico que en los siguientes shows esta canción va acompañada con lluvia de fuegos artificiales, cosa que en 1975 no hacían por falta de presupuesto lógicamente; y para el GRAN broche de oro eligen ‘Let Me Go Rock ‘N’ Roll’ otra canción que habla de lo comprometido o «atrapado» que te puede dejar esta música cuando de verdad enganchas o la fuerza misma que tiene y que no te suelta mas.
Este concepto es el que queda de sensación con esta obra cúlmine, el paso a la fama empezó con esta jugada sin quererlo, de aquí en adelante ya los shows iban a estar mucho mas repletos, los papeles se iban a invertir, las bandas a las cuales ellos teloneaban, pasaban para abajo en el cartel, era el tren de la fama que recién prendía fuego para Kiss. Digan lo que digan, y puede ser tema de debate, pero este disco sin duda está entre los 10 mejores de la historia del en directo en el rock.
Por Patricio Avendaño R.