Scream for Me, Sarajevo: cómo Bruce Dickinson infundió esperanza en tiempos de guerra
“Scream for me!” es una marca patentada de Bruce Dickinson, el incansable vocalista de Iron Maiden. Hizo gala de aquella consigna en Long Beach, California, para el registro Live After Death (1985). Desde entonces se transformó en toda una declaración sobre el escenario, para aleonar al público y elevar las pulsaciones; siempre cerrando la frase con la ciudad en donde se encuentre. Fue en Sarajevo, actual capital de Bosnia y Herzegovina, donde ganó una nueva dimensión; como jamás lo imaginó su autor, y que tuvo su propio documental: Scream for Me, Sarajevo (2017) —dirigido por Tarik Hodzic. Casi a mediados de los 90’s, Dickinson hastiado de Maiden dio un paso al costado; y se enfocó a su carrera solista, que ya había iniciado con el disco Tattooed Millionaire (1990) —seguido por Balls to Picasso (1994); el cual contiene la épica Tears of the Dragon.
De forma paralela; se llevaban a cabo en Europa, en la región de los Balcanes, las Guerras Yugoslavas (1991-01) —tras la desintegración del país; que a futuro dio paso a nuevos Estados soberanos. Uno de los varios sub-episodios fue la Guerra de Bosnia (1992-95); con atrocidades exhibidas a todo el planeta, que muy poco hacía por los civiles. Sin ir más lejos; Sarajevo estuvo en estado de sitio, por fuerzas serbias, durante casi cuatro años —el más prolongado de la historia moderna, que entregó imágenes tristemente célebres como el edificio del parlamento en llamas. Desde ese punto comienza el documental; con una decena de metaleros residentes que, intercalando con imágenes de archivo de la época, explican el contexto y los pasos que le siguieron: cómo era el día a día en una zona de guerra casi olvidada y a su propia suerte, orgullosa de haber sido la anfitriona de los Juegos Olímpicos de Invierno (1984); que para esa altura estaba convertida en escombros.
Aun así, por muy poco que fuese, las actividades de esparcimiento no acabaron; rozando casi lo clandestino —“Se organizaban en sótanos, o cualquier lugar seguro”, comentó uno de aquellos. “La cultura que existió durante la guerra no volverá a existir. La gente no tenía dinero, pero hacía todo de corazón; queríamos demostrarle a esos monos que vivíamos la vida”, en referencia a pequeñas obras teatrales o conciertos. Hasta que un par de personas allí, pertenecientes a las tropas de Naciones Unidas, se sentaron a conversar: “Una noche estábamos bebiendo cerveza, y dijimos: ‘¿No sería genial que venga a tocar una banda a Sarajevo?’. Como una broma”. Pero su interlocutor se lo tomó en serio; y contactó a la, por entonces, otrora voz de la Doncella de Hierro. “Si la guerra era posible y se había materializado, ¿por qué no podía ser posible esto?”, comentó a posterior uno de los asistentes a la cita rockera.
El cantante, y algunos de sus músicos, también dijeron presente para la realización del documental. Desmenuzan los detalles de algo que no resultó tan fácil como se planeó; con todas las de perder en pos de un concierto fechado para el 14 de diciembre de 1994 —dentro de un pequeño centro cultural. Un relato que emociona, desde cada una de las partes que lo componen; y que se vuelven a encontrar cara a cara después de dos décadas, esta vez en una reconstruida Sarajevo. Alzaron a Bruce como un embajador en tiempos difíciles, como ningún otro lo hizo mientras persistió el conflicto, atesorando la visita: “Creo que fue una de las cosas más hermosas que ocurrieron durante esa maldita guerra”, se puntualiza.