Cálidas reverberaciones: Slowdive y su íntimo regreso a Chile en Teatro Coliseo

Cálidas reverberaciones: Slowdive y su íntimo regreso a Chile en Teatro Coliseo

Fotos por Jerrol Salas

La noche del lunes 4 de diciembre de seguro quedará en la memoria de cientos de fans chilenos del shoegaze, tras haber sido parte de una de las jornadas en vivo más esperadas del año. El retorno de Slowdive, banda noventera clave del revival del género antes mencionado, era inminente y generó revuelo desde el anuncio de la fecha. Además, su arribo sería acompañado de un nuevo álbum de estudio, titulado «everything is alive» y que ha sido elogiado por su exploración musical que los llevó a explorar sonidos más ligados al pop y la electrónica.

El concierto agotó todas las ubicaciones, y la banda escogida para abrir la jornada fue Inverness; longeva agrupación nacional conocida por participar en películas como «La Vida de los Peces» y por darle forma a un catálogo musical diverso, que ha sabido navegar entre los sonidos del post-rock, shoegaze y rock alternativo. Aparte, la banda tiene un nexo no menor con Slowdive, ya que fueron parte fundamental para el debut de Neil Halstead en Chile en 2013, y concretando una colaboración musical para la canción «Luz Ignota» en 2016.

La banda perteneciente al sello LeRockPsicophonique que tiene al músico Rodrigo Jarque a la cabeza entregó un set acotado pero consistente, donde el peso de «Anubis» sirvió para activar la atención de un Teatro Coliseo lleno. «Orbital» y «Distant Early Fires» entregaron la cuota de post-rock que daría protagonismo a las guitarras, sin restarle presencia a las letras de Rodrigo, cuya voz cruza un rango vocal amplio. «Nubes» calmaría un poco los ánimos para darle paso a la emotividad, que luego mutaría en intensidad con «Luz Ignota», en donde el formato de doble batería resalta notablemente. Su cierre llegaría con «Continental», donde la proyección de su videoclip complementaría el concepto que proyecta la banda en el escenario, y que fue recibido de muy buena forma por el público.

Ya a las 21:00 se sentía la impaciencia de querer ver a la banda en el escenario, y luego de bajar la intensidad de las luces, apareció un integrante de la producción del concierto para dar un anuncio. Rachel Goswell no podría cantar durante el show debido a una infección respiratoria, y a pesar de tener la indicación de hacer un reposo general, la música decidió presentarse de igual manera para cumplir sus funciones en la guitarra, sintetizadores y percusiones, lo que generó una gran ovación para ella que duró hasta el inicio de la primera canción. El logo de la banda, reflejado en la pantalla con un fondo negro, se mezclaba con los sintetizadores de «shanty» y con luces que jugaría un rol fundamental en el desarrollo del show. La banda sonó potente desde el primer momento, y eso se mantuvo en una seguidilla de temas más «movidos» que recorrieron parte de su discografía, con «Star Roving», «Slowdive» y «Catch the Breeze» haciendo un repaso a su atemporalidad con canciones de sus primeros discos y los más recientes.

Los conciertos de Slowdive nunca se han caracterizado por tener mucha interacción con el público, pero esto se suple por la precisión y claridad de su sonido. «Souvlaki Space Station», «Crazy For You» y «Sugar For The Pill» confirmaron que los años de ruedo han sabido pulir su sonido y performance en vivo.

La ausencia de las voces de Goswell era cubierta por los coros efusivos del público, que en ningún momento dejaron de mostrar su apreciación por la artista, al igual que por el resto de la banda. «Blue Skied an’ Clear» posicionó al bajo como elemento central por un momento, mientras que «kisses» salió a defender su nueva placa, donde el ambiente «en vivo» realzó la atmósfera que genera el ritmo acelerado de la canción.

Los puntos altos de la jornada se vivieron con, probablemente, dos de las canciones más reconocibles del grupo, con «Alison» y «When the Sun Hits» logrando que una parte considerable del público se moviera en masa a la barrera de contención del teatro, donde la euforia ya no daba más. Las letras fueron coreadas por completo, y la banda expresaba una emoción notoria.

Un breve receso marcaría la vuelta final del show, con los sintetizadores de «Slomo» generando un ambiente denso, profundo, pero nostálgico a la vez. Esa nostalgia se mantendría con «Dagger», que emocionó a varios de los asistentes ante la serenidad de escuchar la voz de Halstead y su guitarra de forma más «limpia». El corte final sería «40 Days», canción insigne del clásico «Souvlaki» en donde el noise se hizo más presente, pero sin descuidar la estética definida del sonido de los británicos que encantó a los más de 2.000 fanáticos que repletaron el lugar.

Considerando el factor de la ausencia de Goswell en las voces, podría haber sido un concierto con un desarrollo bastante distinto. Sin embargo, el respeto y admiración por la banda se puso por encima de la eventualidad y quedará registrada como una visita diferente, pero no por eso menos memorable. Ojalá que la próxima visita de la banda sea sin eventualidades y que puedan mostrar en extenso su material más reciente.

Javier Bravo

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