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Grandes Portadas del Rock: Beastie Boys – «Licensed to Ill» (1986)
Ya son 35 años de uno de los discos debut más aclamados de la historia, donde tres chicos blancos desenvainaban una furia impregnada del sonido, energía e ímpetu marginal de las calles de Brooklyn con un hip hop—facturado en casi un 90 por ciento por los negros hasta ese entonces—ensimismado de guitarras rockeras, con una actitud enorme y ganas de romperlo todo. Su portada, como ellos mismos han contado en innumerables oportunidades, quería representar exactamente lo que le preparaban al mundo con su primera embestida musical.
El genio productor/descubridor de la música de finales de los ochenta y durante casi todos los ’90 Rick Rubin fue quien afianzó la llegada de estos chicos a la masividad, concediendo su alero y la tribuna de su histórico propio sello Def Jam Records, y quien estuvo muy involucrado en todo, incluso en la portada, y en el libro 100 Best Album Covers sentenció de forma clara de cómo surgió la idea de este avión glamoroso pero estrellándose a toda velocidad:
«En ese momento, acababa de leer Hammer of the Gods, una biografía salvaje sobre los excesos del rock de Led Zeppelin. En el libro hay una fotografía del jet privado de Led Zeppelin y la idea de esta portada vino de eso. Los Beastie Boys eran sólo un grupo de chicos empezando y queríamos tener un jet propio. Quería abrazar y de alguna manera distinguir, de una manera sarcástica, el estilo de vida del rock’n’roll más grande que la vida».
El avión al que se refiere Rubin es el legendario Starship, un avión Boeing 720 lujoso lleno de dormitorios e incluso chimeneas. Zeppelin eran los arrendatarios más famosos del Starship, pero cualquier banda de rock que pudiera pagar la tarifa era bienvenida para contratarlo, y muchos lo hicieron. Sin duda era un pequeño pedazo de lo que la banda imaginaba hasta donde podían llegar en aquel entonces, y no por nada el sampleo de «When the Levee Breaks» de LZ abre este tremendo debut con «Rhymin & Stealing» (rimando y robando, dejándolo claro), sin notar otros samplers de los ingleses algo escondidos en distintos temas de una cantidad de más de 40 samplers con que viene superdotado este disco.
También la imagen es una mirada irónica y tragicómica de los accidentes aéreos (conocidos fueron los casos de tragedia impactantes que se sucedieron a través de la historia como los de Lynyrd Skynyrd, Otis Redding, Stevie Ray Vaughan o «el día en que murió la música» en 1959, que cobró la vida de Buddy Holly, Richie Valens y Big Bopper) concedido en el arte como una suerte de infame pésame histórico. Pese a que de frente parecía la cola de un avión lleno de estilo y audacia, tuvo su contraportada trasera que continuaba esta historia de estrellar el avión totalmente, porque aparte eso era lo que querían representar estos chicos bestia con su música: estilo en primera mirada, pero a la par ganas locas de estrellarse con lo que sea: éxito, fama, y decirle al mundo que iban por él y más.
El arte no se quedó en detalles y eso es lo entretenido de esta obra, en que a cada momento que la miras puedes encontrar más cosas: El número que aparece en la cola del avión, 3MTA3, deletrea «Eat Me» hacia atrás. El logotipo de Beastie Boys en el estabilizador vertical fue diseñado intencionalmente para evocar el logotipo de Harley-Davidson. Incluso el título del álbum fue un juego de palabras sobre la famosa frase de de James Bond «Licensed to Kill» (licencia para matar) a «License to Ill» (licencia para enfermar) y también inspirados en que los Run-DMC no hace mucho habían sacado un hit llamado «You Be Illin», específicamente dos meses antes del lanzamiento de este disco.
Pero en el mencionado 100 Best Album Covers, los autores afirman que «de acuerdo con Rick Rubin, si miras la portada de lado se ve como un pene con el vello púbico.» aunque si no tienes la mente suficientemente enferma, cuesta encontrarle el «lado sucio». ¿Se queda en mito? Juzguen ustedes mismos.
La ilustración de la portada en sí es un trabajo engañosamente complejo. El artista David Gambale, alias este World B. Omes, creó un collage de varias partes del avión y luego usó crayones solubles en agua para ilustrarlo. El proceso le llevó considerables horas de trabajo, pero el resultado valió la pena en un arte de primera línea, que pasados 30 años se valora aún más y que vemos hoy convertido en todo un clásico gracias por cierto a su música y a inolvidables canciones como la emblemática «(You Gotta) Fight for Your Right (To Party!)», la propia «Rhyming & Stealing» o la gran «Don’t Sleep Til Brooklyn» en que participó hasta el mismísimo Kerry King de Slayer.