King Gizzard & The Lizard Wizard – Polygondwanaland (2017): Vigor ceremonioso

King Gizzard & The Lizard Wizard – Polygondwanaland (2017): Vigor ceremonioso

Flightless Records, 2017

El 2017 fue un año peculiarmente prolífico para King Gizzard & The Lizard Wizard, puesto que la banda publicó la increíble cantidad de cinco álbumes durante aquel año. Los australianos fueron capaces de darle un orden lógico a una gran cantidad de canciones acumuladas. Y aunque la seguidilla de publicaciones fue bien recibida; la banda destacó con el lanzamiento del denominado Polygondwanaland el 17 de noviembre de dicho año.

Álbum cuyo estreno se realizó de manera gratuita con la intención explícita de que los mismos fans se apoderaran de las canciones y las compartieran en el formato de su agrado. Fenómeno que tuvo un impacto positivo en la fanaticada, quienes han desperdigado las diez canciones de esta placa para volverlo uno de los álbumes más queridos y destacados de la banda.

Pero la cantidad de publicaciones y la forma de hacer las mismas no serían nada si la calidad de las canciones fuese moderada o estuviesen en un plano secundario. Claramente no es el caso.

Y es que el virtuosismo y consistencia de KG&TLW dieron como resultado un álbum conceptual lleno de peso, detalles y riqueza musical que hacen que cada canción tenga una identidad propia repleta de colores y matices.

Un rock progresivo y psicodélico de mucha personalidad y corazón. El uso preciso y de sintetizadores, flautas, guitarras acústicas y armónicas junto al repertorio instrumental clásico del rock hacen de este álbum una caja de pandora que escucha tras escucha entrega nuevos recursos y capas sonoras que solidifican y embellecen la estructura de cada canción.

Y aunque el carácter sonoro sea de templanza y de acordes suaves, los australianos saben cuando apretar el acelerador hacia un rock mas digerible y de buen gusto.

Asimismo las guitarras, los arreglos percusivos, la distorsión y la profundidad de los sintetizadores junto a variados cambios de ritmo juegan con la certidumbres de las estructuras convencionales de una canción e invitan al oyente a navegar por armonías inesperadas.

Las progresiones en cada canción son numerosas, tal como la creación de tensión a través del sintetizador, el bajo y la batería. Recurso que brilla en repetidas ocasiones a lo largo del álbum.

Otro aspecto a destacar por sí solo es el trabajo vocal. Al estilo de canto suave que atraviesa todo el disco se le suma la palabra hablada en ciertos pasajes, recurso que junto a una sección rítmica sólida y redoblante dan una sensación ritual; de canciones que evocan a una ceremonia u homenaje religioso. Tal es el caso de “The Castle In The Air”, “Tetrachromacy” y “Searching”, por ejemplo. 

El canto a dos voces en tonalidades graves y arrastradas brinda un acento aún más litúrgico y ceremonioso a canciones que deliberadamente buscan la contemplación y el asombro en el oyente. En la primera canción del álbum, “Crumbling Castle”, de hecho, hacía la medianía de la canción la posta vocal la protagoniza un canto de garganta grave y profundo, similar al khoomei mongolés; estilo de canto utilizado hace siglos en el pastoreo, ceremonias y folklor de Mongolia.

En sintonía, “Deserted Dunes Welcome Weary Feet” posee el trabajo vocal más interesante del álbum; siendo deliberadamente un instrumento más en la armonía de la canción, cuya presencia se amalgama correctamente con el resto de los instrumentos.

Caso similar ocurre con “Inner Cell”, Horology» y “Loyalty”. Obras que de manera progresiva llevan la escucha a niveles importantes de dopamina gracias a la consecución de sonidos envolventes, repetitivos, profundos y agresivos. Canciones que fácilmente pueden sintetizar el carácter litúrgico del álbum, al poseer melodías y ritmos trepidantes y que no sueltan al oyente hasta el último segundo.

Polygondwanaland se aprecia como un todo, pero cada una de sus piezas sobrevive con vigor gracias al cariño al detalle que Stu Mackenzie y compañía le impregna a la interpretación de sus instrumentos. Cada estructura, arreglo y detalle dan cuenta de una experiencia que quiere ser compartida y eso se nota. Se nota cuando hay verdadera consistencia para hacer música.

Cristopher Andrade

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