Un trago de Whiskey junto a un fantasma bendito: A 30 años de «Whiskey For The Holy Ghost» de Mark Lanegan
Es increíble como pasa el tiempo y aun no podemos creer que ya pasaron tres décadas desde aquel lejano 1994. Es hora de hacer un brindis y sentarse a la mesa a fumar algún cigarrillo para conversar largamente con Mark sobre este trabajo lleno de nostalgia y emociones en una época muy rica para la música alternativa y a la vez tan poco visible para algunos discos que valen la pena escuchar y mencionar. A pesar de que la salud de Lanegan no era de las mejores por sus incesantes cuadros de adicciones nos regala este trabajo en cuya elaboración participaron varios de sus amigos. Esta vez grabó el álbum con Mike Johnson de Dinosaur Jr con contribuciones de J Mascis, Tad Doyle y el baterista de Screaming Trees, Mark Pickerel, por nombrar solo algunos.
El primer corte se llama ‘River Rise’ y comienza con un suave rasgueo de guitarra, relajado y sin apuros excepto por la increíble interpretación vocal de Lanegan que se divisa en el disco de los Screaming Trees ‘Sweet Oblivion’. Después de esto, la banda nos entrega ‘Borracho’, las guitarras furiosas de Johnson se unen con la potencia vocal de Lanegan llenando la entonación en un ‘blues’ sobrecogedor que de verdad te eriza la piel. Probablemente sea la pista que más se parece a los Screaming Trees.
Después de esto, el álbum adopta un ritmo vagamente americano con temas como ‘Pendulum’, ‘El Sol’ y ‘Shooting Gallery’. Lo que distingue a estas pistas es la calidad de la interpretación, la guitarra de Johnson suena vibrante. La pista ‘House A Home’ tiene algo de Lou Reed en sus últimos trabajos.
En ‘Riding the Nightingale’, hay un pasaje tremendamente emotivo en el que Lanegan canta «mama I’m going to cry now» ( Mamá, ahora voy a llorar).
‘Carnival’ parece ser un rasgueo bastante simple, pero presenta una excelente interpretación de violín por parte de David Kreuger, que lo toca inicialmente antes de llegar con un ‘solo’ al final de la pista.
Mark Lanegan reduce las cosas a un susurro en el sencillo ‘Sunrise’ y el apenas visible ‘Judas Touch’. En el primero, la instrumentación es escasa, lo que permite que un saxofón ocupe el espacio entre Sally Barry y Lanegan en la voz.
Podríamos hablar horas bebiendo de ese whiskey y fumando un cigarrillo y escuchando de fondo uno de los mejores trabajos del gran Mark Lanegan y su eterno legado.