Disco Inmortal: Guns N’ Roses – Use Your Illusion (1991)

Disco Inmortal: Guns N’ Roses – Use Your Illusion (1991)

Geffen, 1991

La banda más peligrosa del planeta llevaba desaparecida un par de años, tras la explosión de su salvaje debut Appetite for Destruction, junto al sobrio y correcto GN’R Lies; con una no menor gira promocional donde viajaron como número de apertura de inmortales de la clase de Aerosmith, Iron Maiden, Mötley Crüe y The Cult —en una fructífera temporada 1987-88. Apenas se supo de ellos después, como una ronda de cuatro conciertos de 1989 en su natal Los Ángeles, teloneando a los Rolling Stones. O un show benéfico televisado de 1990, que fue el último en que se vio al baterista Steven Adler sentado en el banquillo, antes de ser despedido —cita donde debutó el tema Civil War; que dicho sea de paso fue el único de los nuevos, que vendrían, en que figuró en los créditos el sonriente rubio.

Con una no muy provechosa residencia en Chicago, para componer y ensayar un ambicioso nuevo trabajo, fue el final de la formación original —además de verse allí las primeras fricciones entre Axl y Slash. Ya de regreso en California adicionaron a Dizzy Reed en teclados —por deseo expreso del vocalista por evolucionar el sonido; y Matt Sorum en batería —robado a los ya mencionados The Cult. Terminó materializándose en un enorme proyecto que tuvo que ser dividido en dos volúmenes, Use Your Illusion I y II, publicados por el sello Geffen el 17 de septiembre de 1991. Como portada se escogió un fragmento de La escuela de Atenas (Rafael Sanzio, 1510-11), con colores contrastados: el primero amarillo y rojo, el segundo azul y morado. Tras las perillas estuvo el colaborador habitual, Mike Clink, acompañado de la misma agrupación; con una media de grabación de una canción por día, en los Estudios Record Plant.

Guns lo hizo todo a lo grande, comenzó con dos fechas en la multitudinaria segunda versión del festival Rock in Rio —organizado en el Estadio Maracaná; para luego abocarse a un tour de anfiteatros norteamericanos, que presentó de manera anticipada parte del nuevo repertorio. En medio de aquello, apareció la primera formalidad: el single promocional punta de lanza, la taquillera y pesada You Could Be Mine —que gozó de mucha popularidad al ser parte del soundtrack de Terminator 2, y que para el videoclip contó con la participación de Arnold Schwarzenegger.

Ya con eso la suerte estaba echada: vía reserva, para la noche del lanzamiento, ambos volúmenes se instalaron en primera y segunda posición en los rankings de Estados Unidos e Inglaterra —marcando un récord con ello. Con bastante previamente escrito, incluso antes del debut de 1987, aquí se terminó de afinar y tomar forma. Mantuvieron parte del ADN callejero; como en la apertura, que a la postre no se tomó demasiado en cuenta: Right Next Door to Hell —una desmarcada de Axl, que retrató los malhumores que tuvo con una vecina suya.

Pero a su vez son claros los ribetes grandilocuentes a los que aspiraron; con una riqueza sonora que parecía contener bronces y orquestación, aunque Slash lo desmiente en su autobiografía, diciendo que se trató del efecto de sintetizadores. Salió casi sin mayor esfuerzo, debido a un elemento clave: la todavía militancia del guitarrista Izzy Stradlin, el indiscutido motor creativo —que se retiró tan sólo un par de semanas antes de la aparición de los álbumes, con un último concierto en el Estadio Wembley de Londres, superado por el ritmo de vida que se llevaba dentro del grupo. Él mismo se anotó tres intervenciones, de corte clásico, tras el micrófono: 14 Years, Dust N’ Bones y Double Talkin’ Jive —esta última en vivo cubierta por Axl.

Rabiosas como Perfect Crime y Back Off Bitch —que datan del periodo del circuito de clubes del Sunset Strip angelino; a un opuesto acústico que viene a ser You Ain’t the First. Lanzaron dardos a un par de críticos musicales en Get in the Ring, como también al cantante de Mötley Crüe en Shotgun Blues —por una batalla declarada, a comienzos de los 90’s, entre Axl y Vince Neil. Se marcó la hora de los covers con Knockin’ on Heaven’s Door, prestada del repertorio de Bob Dylan —que ya venían ensayando en directo desde 1987; además de Live and Let Die, del periodo de Paul McCartney cuando era parte de Wings —y que consiguió reflotar la canción hasta para el mismo ex-Beatle.

Se pasó de la ligera So Fine, cortesía del bajista Duff McKagan, a cuasi progresivas de larga duración como Locomotive y Coma —esta última un verdadero lastre para Axl, quien estuvo un año intentando dar con la fórmula final; la misma persona que para cerrar el segundo disco clavó un experimento de lo más extraño como lo es My World, minuto y medio de tinte industrial que es la oveja negra de la colección.

Se dieron el gusto de traer a músicos invitados, incluido una de sus principales influencias: Michael Monroe, el cantante de los finlandeses Hanoi Rocks —en aquel entonces disueltos, para la armónica y saxofón en la bluesera Bad Obsession. Alice Cooper se matriculó con un dueto en The Garden; el clip bajo perfil de la entrega. Pero tenían otros de donde elegir, que sin ser apabullantes disfrutaron de buena rotación en MTV: es el caso de Yesterdays, Dead Horse y Garden of Eden —aplaudido por la originalidad de la filmación, en una sola toma con una cámara con efecto ojo de pez. Otros eslabones onderos, las joyas ocultas, pura dinamita que apenas fueron tomadas en cuenta: Pretty Tied Up —que corrió con mejor suerte, Breakdown, Bad Apples y Don’t Damn Me.

Como punto aparte está la famosa trilogía de clips, que tiró la casa por la ventana con un presupuesto millonario; contando una historia lineal que inició Don’t Cry. Mega power ballad que tuvo participación de Shannon Hoon, voz de Blind Melon —que incluyó una versión alternativa, con diferente pista vocal, ya que según han dicho; la original fue hecha mucho tiempo antes, queriendo revisitarla y actualizarla. La modelo Stephanie Seymour destacó en el papel protagónico —que en medio del rodaje terminó emparentada con Axl; siendo además el elemento clave del siguiente peldaño: November Rain.

Una que bordea los nueve minutos y tomó dimensiones épicas, muy influenciada por Elton John —con quien compartieron escenario para la ceremonia de los MTV Video Music Awards (1992), donde se llevó el premio a la mejor cinematografía. Mutó de un antiguo demo, armado sólo con una guitarra acústica, a un desplante de elegancia; donde todo suena rimbombante. Con no uno, sino dos solos de Slash que pasaron al inconsciente colectivo —en especial el primero, por la imagen asociada suya fuera de la capilla en medio de la nada. El camino quedando despejado así para Estranged.

“Sólo tengo 28, y soy demasiado joven para dejar que el amor me rompa el corazón”; un lamento de Axl en la individual, que por la fecha en que fue escrita calza con la ruptura que tuvo con su esposa —Erin Everly, quien antes lo inspiró a hacer Sweet Child O’ Mine. Cercana a los diez minutos; es el momento en que se luce Reed tras las teclas, y también con Slash agudísimo en las seis cuerdas —que incluyó un solo emergiendo del agua, que en realidad se trató de un doble.

Perdieron suciedad, pero ganaron refinación; que dado los inicios de la banda, era algo difícil de pensar. Fue la época de furor globalizado por la pañoleta y el sombrero de copa, eso significan los Use Your Illusion; a un nivel demencial. Quemaron todos los cartuchos en un tour mundial a estadios llenos, que se empinó por dos años, y valga decir uno de los más memorables del rock —que tuvo un pequeño segmento del cartel compartido con Metallica; otro peso pesado de aquella temporada, con el álbum negro bajo el brazo. Fue el último grito de la pomposa corriente californiana; antes de ser devorada por la escena grunge, asentada en Seattle, que estalló por esos mismos días de la mano del Nevermind de Nirvana. Aunque pese a ello, sumado a la prolongada telenovela de la fragmentación de Guns N’ Roses a mediados de los 90’s, sigue siendo uno de los grandes golpes dados a la industria; encumbrando la bandera en lo alto.

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