«Ixnay on the Hombre»: la mugre y la furia de The Offspring

«Ixnay on the Hombre»: la mugre y la furia de The Offspring

Columbia, 1997

«Smash» había dejado unos dividendos tremendos a la banda, pero a la vez se comportó como «arma de doble filo». Tras lograr un éxito abrumador (el primero a gran escala en su historia), la banda empezó a recibir las primeras acusaciones bien duras de sus fans de «vendidos» por tener apariciones en MTV y por cambiarse a una etiqueta multinacional, Columbia, dejando Epitaph, la casa con que habían logrado un récord inédito: ser el primer disco con más ventas por un sello independiente.

Pero lo que no muchos fans entendieron en ese momento ni supieron es que hubo una traición de por medio. En una carta abierta a sus fans, el cantante Dexter Holland reveló que la banda esperaba quedarse en Epitaph, pero las acciones del «jefe» Brett Gurewitz los amargaron para considerarlo. Revelaron cómo el jefe de la etiqueta y ex-guitarrista de Bad Religion había intentado vender su álbum a una etiqueta multinacional por una reducción de las regalías, cómo tomó medidas legales contra ellos para mantenerlos en la etiqueta y finalmente vendió su contrato a Columbia. Holland declaró que la banda tomó menos dinero para firmar con Columbia solo para alejarse de Gurewitz después de la experiencia. El álbum se editó de todas maneras en Europa por Epitaph a consecuencia de esto.

Dicho eso, los antecedentes no estaban del todo claros ni limpios para la relación banda y sello, pero el paso adelante debían darlo y para 1997 The Offspring expulsó toda esa rabia en forma musical. «Ixnay on the Hombre» no es un disco que pasará a la historia como una epopeya punk, pero sí que tiene grandes canciones, con mucha actitud y nuevamente solventado por el poder inmenso del gran Noodles en la guitarra y el vozarrón de Dexter al mando.

Con un invitado de honor para reivindicar el espíritu punk confrontacional y violento, Jello Biafra de Dead Kennedys fue la gran voz invitada tras «Disclaimer» en la entrada y Larry «Bud» Melman del programa nocturno de David Letterman, agregó un breve momento en una pista oculta dentro de «Change the World» en el momento de cierre del disco. Mientras tanto, Jason «Blackball» McLean, quien era conocido por los fans de Offspring por aquella magistral e inolvidable línea de «You gotta keep ‘em separated» en «Come Out and Play» del anterior «Smash», regresó con voces adicionales en la canción «Mota» de «Ixnay on the Hombre», una oda a la marihuana y con un potentísimo riff enciendemoshs que hasta el día de hoy atesoramos.

Pero esos fueron solo algunos condimentos, el sabor real estaba en el poder del núcleo de singles certeros como la implacable «All I Want», nutrida de una rapidez a paso raudo y «Gone Away», single que dejó de manifiesto que todo lo aprendido en «Smash» era aplicado con creces, pero con dosis notable de un ingrediente interesante en este disco: el sonido post grunge que por esos años era sinónimo de éxito. Es un tema triste, pero Holland sí que supo conectar con sus fans y abrir sus heridas hablando de un ser querido que perdió en un accidente, el tema llegó rápidamente al No. 1 en las radios no tan solo rockeras, y ha permanecido como un tema elemental del ADN de la banda.

Es un disco con momentos brillantes y por cierto, también muy adrenalínico: «The Meaning of Life» o la entretenida «Way Down the Line», donde las melodías y subversión se sintieron tan o más honestas que en el anterior.

Si bien los fans puristas lo criticaron, la banda rockeó en este disco quizá como nunca, porque lo que vimos y escuchamos después, sin menospreciar, sí que se arrimó a los cánones más pop y accesibles, sin dejar de tener este inapelable cariño a su esencia que mezcla diversión y rebeldía.

Patricio Avendaño

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