L7, «Pretend We’re Dead»: la historia de un huracán

L7, «Pretend We’re Dead»: la historia de un huracán

Cuatro chicas de Los Ángeles (Donita Sparks, Suzi Gardner, Jennifer Finch y Dee Plakas) que odiaban la palabra “chicas”. El repaso a lo que fueron los ’90 las describen como fieras, feministas y fiesteras, las que desde su fundación, en 1985, fueron asociadas al estilo punk rock y al metal. Pero muchas cosas cambiaron cuando publicaron, en 1990, “Smell the Magic” para Sub Pop, porque allí se casaron para siempre con la imagen que arrastraron Nirvana, Soundgarden y Mudhoney; en realidad, las L7 eran colegas de estas bandas que enarbolaron la bandera grunge, pero hacían mucho más escándalo que ellos.

Tras un exitoso proyecto de crowfounding, que logró sumar US$130.000, Sarah Price pudo realizar el documental “L7: pretend we’re dead”, el que fue parte de la cartelera del Festival Inedit y que da cuenta del auge y caída de una banda totalmente icónica en su apuesta, pero no tan exitosa en ventas. La directora reunió material de archivo y videos caseros tomados en el estudio y durante las giras, mientras que las voces de las propias artistas fueron narrando la historia desde su perspectiva, aunque después de los primeros 10 minutos se pierde la noción de qué miembro de la banda estaba hablando y eso frustra un poco el recorrido, pues haberlas mostrado hoy hubiera agregado más fuerza a ese relato frenético que transmitían las imágenes.

El documental rastrea su formación, sus primeros conciertos y su ascenso desde los sellos independientes (Epitaph y Sub Pop), pero también se refiere al trabajo con las discográficas grandes, aborda la disolución de la banda y su reciente reunión. Se nutre de los testimonios de, entre otros, Krist Novoselic, Shirley Manson, Allison Robertson, Joan Jett y Courtney Love, al tiempo que disfrutamos de excelentes imágenes, como cuando se fueron de gira como teloneras de Bad Religion y eran queridas en el entorno metalero, aunque ellas se consideraban más cercanas al underground de la zona arty de Los Ángeles; también observamos la grabación de “Bricks are Heavy” con Butch Vig, el detrás de cámara del video de “Pretend we’re dead”, los viajes a Europa, las actuaciones en televisión, incluso aquella emisión británica en la cual Donita se bajó los pantalones, o aquel festejo con Nick Cave en la gira de Lollapalooza. Y no podían faltar imágenes sobre la organización de los conciertos benéficos “Rock for Choice” y de aquella presentación en el Festival de Reading ’92,con ese avasallador “Eat my used tampon, fuckers”.

Esta buena selección visual, más la narración de la propia banda, logran transmitir el huracán que era L7 en esos años, posicionando el punto de vista de que nunca quisieron ser reconocidas como “mujeres músicas”. Esta máxima se refuerza cuando recuerdan la imagen que proyectaban, totalmente desaliñada y distante de las expectativas que los medios tenían de un grupo compuesto por mujeres en el rock; el género no era lo relevante. Quizás, en este punto, el documental podría haberse hecho la pregunta de si acaso su suerte comercial hubiera cambiado con una postura más “sexy”, o habernos informado de si existió alguna presión de Warner para que suavizaran su imagen.

Bien editado, el documental captura a la banda de manera exuberante, en medio de actuaciones en vivo que colindaban con la anarquía. Éxitos y fracasos de unas iconos de la era pre-riot grrrl. El metraje es entretenido y trae al presente una entrega total bajo el paraguas de un feminismo desconocido por la masa, por lo mismo, la contribución de L7 a la escena del rock alternativo y a la normalización de las mujeres en el rock, como artistas, no debe subestimarse. Este trabajo fílmico es una buena entrada a su discografía para quienes no son cercanos a ella y una reafirmación, para quienes las conocemos, de su estilo sin compromisos ni inhibiciones. Tal como lo dice Krist Novoselic, “tenían los riffs, tenían las canciones, solo tocaban”, haciendo lucir a sus colegas casi como unos niños. L7 fue una banda genial, fiel a su arte y visión, valores que son resaltados por sus compañeros y compañeras de escena y por el propio devenir del punk y el grunge.

Macarena Polanco

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