Si hubiera que asociar la literatura con la lírica de Mastodon la verdad es que…
Moby Doc: autorretrato convencional
La premisa de este documental, parte de la parrilla de Inedit 2021, es presentarnos a Moby en primera persona, lo cual, inevitablemente, va ligado a visualizar la vanidad del artista. En la narrativa se cruzan los elementos típicos de este tipo de trabajos: imágenes a color y en blanco y negro, velocidad normal y lenta, encuadres superpuestos y muchos caminos que nos llevan a sintonizar con referencias al catálogo de Moby y a esa invitación, siempre presente en estos documentales, a descubrir al artista desde una supuesta posición de ‘inferioridad’, como si por propia decisión éste se expusiera completamente en medio de una plaza, para que conozcamos ‘absolutamente todo’ de él.
Moby Doc es una crónica creativa e irónica, que nos presenta una vida basada en discusiones existenciales, con imágenes fabulosas de conciertos, de treinta años de música mostradas a través de animaciones curiosas y clips exóticos de su amigo David Lynch. Y aunque el contenido confesional más afilado sea esa ‘anécdota’ acerca de la muerte de su madre y de cómo no fue al funeral, finalmente lo que menos quiere Moby es exponerse desde lo sicológico; ya sabemos que practica meditación, que Lynch lo admira, que se hizo famoso por ‘Go’, que reutilizaba pasajes de la banda sonora de Twin Peaks, que se juntó con el Dalai Lama, que fue el ídolo de las raves británicas en los ’90 y que seguirá viviendo de Play por muchos años más. A pesar de reconocer muchas cosas que aquí se cuentan como si fueran obra de un destino no buscado, el relato fragmentado y discontinuo de este film, es coherente con todo ese listado de recuerdos, pero hay que aclarar que es un producto audiovisual que desconcierta, porque la planificación visual de Moby Doc es como una herramienta de autosanación y no una biopic, mucho menos un rockumental, sub género del cual apreciamos cada vez menos propuestas. Moby narra la película, a veces en pantalla o hablando por teléfono, como si estuviera conversando. Sin embargo, pierde tiempo contando anécdotas extrañísimas y dejando fuera elementos tan reveladores como las historias de gente sin hogar y adicción que propone. Por ejemplo, el muestreo es un sello de la música electrónica, y muchas canciones de su exitoso Play se construyeron en torno a fragmentos extraídos del trabajo de africanos y músicos estadounidenses. Hubiera sido fantástico haber conocido más de ese proceso, al cual no le dedica minutos.
De hecho, otros músicos se aparecen solo para transmitir que Moby es un genio, o como cuando recuerda su amistad con David Bowie o cuando habla de ‘salir’ con estrellas de cine, pero no dice el nombre de la única movie star que declaró públicamente que ‘no’ salió con él, después de que fuera mencionada en sus memorias. En ese sentido, Moby Doc expele narcisismo al querer siempre mostrar esa faceta de outsider, de quien abre los ojos cuando le toca reflexionar sobre algún hecho de su vida, como si vender millones de discos e ‘ir a fiestas y que mujeres que nunca hubiera conocido coquetearan conmigo’, fuera natural para cualquier ser humano. A estas alturas, es difícil creer en el ‘genio torturado’ por su propio éxito y que busca reconciliarse consigo mismo por la vía de un documental, pero igualmente le damos la oportunidad de que sea la música que produjo y cómo ella encajó en un lugar dentro de la historia de la sociedad moderna, lo que más se rescate del visionado; porque más allá del veganismo y los derechos de los animales que defiende, Moby Doc comparte la receta sobre cómo convirtió la confusión sobre la vida en arte, y del por qué las respuestas a las preguntas más trascendentales del ser humano, no se pueden encontrar en la forma en la que hoy estamos viviendo la vida.
Músico, fotógrafo, escritor, productor y activista, que ayudó a popularizar la música electrónica en los ’90 y que llegó a tener ocho Top Ten (entre 1992 y 1997) en la lista del Billboard Dance Club, nos cuenta como el ayer influyó en quién es hoy, concluyendo que priorizar su bienestar y salud mental por sobre el éxito, ha sido clave para encontrar la felicidad y reenfocar sus energías en el activismo animal y ambiental.
Animaciones, secuencias de sueños escenificadas, parodias y el archivo de su vida, forman un retrato convencional para un artista que se salió de esa casilla durante los ‘90. Si bien el director acreditado es Robert Gordon Bralver, la película es claramente un proyecto de autorrealización del propio Moby, sin embargo, nos hace recordar esa frase de Orson Welles sobre Woody Allen, y que decía que ‘Como todas las personas con personalidades tímidas, su arrogancia es ilimitada’. Si hubiera conocido a Moby, quizás lo hubiera incluido en el listado.