“Virtual XI”: una transición necesaria de Iron Maiden

“Virtual XI”: una transición necesaria de Iron Maiden

EMI Records, 1998

Pocos discos han sido tan basureados como este. Algo impensado dentro de una riquísima discografía de la banda favorita, de la vida, de muchos de nosotros. Puede ser que no resultó la inspiración que tuvo Steve Harris de unir el mundial de fútbol de 1998 con la llegada brutal de la tecnología. O simplemente fue que hacia fines de los ’90, el heavy metal vivía una crisis total debido a la invasión del grunge, la popularidad del brit pop, el cansancio de las giras y distinto tipo de abusos, y el recambio constante de vocalistas. Sea cual fuere el motivo, “Virtual XI” no es un disco trascendental, pero igual dejó temas que, hasta hoy, la doncella canta en sus shows en vivo.

“Virtual XI” es como el “St. Anger” de los Maiden, y fue el último de la era de Blaze Bailey. Es curioso porque en el álbum encuentras contenido que termina siendo olvidado por una serie de factores que se superponen. Lo que no se puede negar, y muchos tratan de hacerlo igualmente, es que la química que Blaze le dio a la banda es innegable, así como la que transmitió a sus compañeros de equipo, sobre todo en el disco anterior, “The X Factor”. A diferencia de “The X Factor”, los instrumentos se oyen más definidos y la voz de Blaze tiene un tono mucho más alto y potente, como diciendo que ya se venía de vuelta la voz oficial y se cerraba un período de transición.

Veamos. El álbum abre con “Futureal”, que para ser entrada del disco no me gusta nada. No tiene esa melodía fina que buscas en Maiden, suena demasiado rápida porque trata de acercarse a lo esencial pero no lo logra. Con “The Angel and the Gambler” me pasa algo similar; es la más larga y la menos épica; el teclado se oye muy artificial, sobreproducido, el coro es terrible y reiterativo sin sentido. Incomprensible para la creatividad de Maiden. ¿Cuál era la idea de poner dos temas, de la medianía de la tabla, como aperturas? En Maiden no se perdona equivocarse tanto.

Con “Lightning Strikes Twice” la cosa va mejorando. El tema es excelente, gran aporte de Murray y muy buen tono el que alcanza Blaze. Llegamos a “The Clansman”, encontrando el punto más alto del disco, la épica misma. Es bellísima en todo sentido, y tiene uno de los mejores solos de Murray, quizás el mejor de su carrera. Los riffs son, en general, bastante impresionantes. La versión con Bruce es igualmente genial y es un imprescindible salido de este huevo a medio quebrar. “When to Worlds Collide” continúa con la onda poderosa aunque falta algo de afinación en la instrumentalización. La letra, referida al supuesto meteoro que algún día destruirá la tierra, es algo aburrida.

“The Educated Fool” tiene una buena definición de sonido pero uno de los peores estribillos de la historia, lo que ya la hace incompleta y olvidable. “Don’t Look to the Eyes to the Stranger” es un buen tema pero me distrae, me saca del foco de lo que el disco venía mostrando, suena demasiado distinta. El álbum cierra con “Como Estais Amigo”, un homenaje extraño a los soldados de las Malvinas pero con una buena ejecución vocal de Blaze. Es la mejor despedida que pudo darle la banda.

“Virtual XI” es odiado por la mayoría de los fanáticos de Iron Maiden, pero era un disco necesario en la transición hacia mejores letras (como las de “Revelations” o “Hallowed By Thy Name”). Dentro de un camino largo y fructífero, debe haber una pausa para repensar y de pronto salen experimentos que no calzan, podría ser el caso de “Virtual XI” y por eso lo vamos a calificar como un disco que reactivó la fe para que los genios definieran el camino a seguir, continuando con los temas larguísimos de su discografía esencial, pero devolviéndoles la épica perdida en estos dos experimentos.

Macarena Polanco

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