Primal Scream en Chile: entre el rock, la psicodelia y la pista de baile

Primal Scream en Chile: entre el rock, la psicodelia y la pista de baile

FOTOS: Cristian Calderón

En el marco de los conciertos inaugurales del festival Fauna Primavera, los escoceses de Primal Scream se presentaron en un repleto Teatro Coliseo, y lo que hicieron fue brillante. Transformaron el lugar, en una disco rock alternativa llena de groove y psicodelia.

El festival Fauna Primavera ya llegó a Santiago, y dio el puntapié inicial el día de ayer con el concierto de Yo la Tengo en el Parque de las esculturas en Providencia, en una jornada al aire libre y marcada por la lluvia que, por momentos, fue bastante intensa. Más tarde, y en el Teatro Coliseo, fue el segundo Opening Act, esta vez a cargo de los escoceses Primal Scream, que, a ya más de treinta años del explosivo Screamadelica, demostraron, una vez más, que siguen siendo un punto en donde convergen el rock, la psicodelia, las distorsiones y hasta la cultura rave.

La banda liderada por el ex baterista de The Jesus and Mary Chain, Robert Gillespie, se mantiene orgánica dentro de un panorama musical que tiende a etiquetar cada sonido. La propuesta de Primal Scream sigue fiel a su versátil estilo, y logró transformar el Teatro Coliseo, tanto en una pista de baile, como en una tarima rockera donde también hubo espacio para momentos más introspectivos.

Alrededor de las 22:30 llegó el momento que todos esperaban en un Coliseo que ya estaba ansioso. El ambiente también decía mucho. Se notaba un público compuesto en gran parte por asistentes de perfil más acomodado, muchos quizás nostálgicos por los años en que Screamadelica redefinió la fiesta, el mensaje político y la libertad de la juventud. Un público más contenido, al menos en apariencia, pero dispuesto a dejarse llevar por el pulso bailable que Gillespie y compañía desatan en el escenario. Vaya que saben, porque con “Don’t Fight It, Feel It” armaron rápidamente la pista de baile.

Sonidos que rápidamente hicieron el puente al rock más crudo pero sin perder ese toque movedizo, con canciones como “Love Insurrection” y “Jailbird”, la banda ratifica que la fórmula de crudeza bailable es parte de su sello. La guitarra punzante de Andrew Innes de verdad se lució, entre solos melódicos y hard rockeros, y distorsiones que hacían una pared de sonido. En general, fue otro de esos conciertos en donde todos los integrantes estaban al servicio de la música y el espectáculo, sin ninguno buscando resaltar sobre el resto. El duo de coros también fue pieza importante para reafirmar el sello groovero y bailable. Simone Butler en el bajo, sostuvo con firmeza el ritmo con un carisma que recuerda a bajistas como Laura Lee.

Ya por la mitad del set, canciones como “Ready to Go Home”, “Deep Dark Waters”, “Medication” entraron en terrenos donde todo se centraba más en contemplación sonora, mucho reverb, y capas con texturas más densas e hipnóticas, que invitaban a flotar en el baile. La vuelta al groove estuvo en canciones como “Loaded” donde se liberaron tensiones y regresó el ambiente más chill.

Llegando a los temas finales, la banda sabía que era el momento de dejarlo todo. Sonaron fuerte canciones como “Damaged” y más aún, himnos clásicos del proyecto, como “Come Together” donde fue emocionante ver a todo el teatro cantar junto a Robert Gillespie. Para el explote final, “Rocks” fue la elegida, en un setlist que abarcó también buena parte de su álbum de 2024, Come Ahead.

Lejos de vivir de la nostalgia, Primal Scream se mantiene en constante evolución, sin perder esa esencia tan variada que lo caracteriza, siendo capaz de viajar del hedonismo ácido, al mensaje político sin perder el beat bailable que la elevó al estatus de culto que mantiene hasta hoy.

Nicolas Diaz

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