The League of Crafty Guitarist: el aura de Robert Fripp estuvo presente en Santiago.
Fotos: Camila Luengo
El ensamble, formado a partir de la escuela internacional de guitarra creada por el mismo Robert Fripp, se presentó junto a la Orquesta de Cámara de Santiago en una noche que repasó clásicos del Rey Carmesí y de su líder.
Un escenario repleto de músicos recibió a los asistentes en el Teatro Nescafé de las Artes. No siempre se tiene la posibilidad de presenciar un show de tan alto nivel, con una de las “agrupaciones” de guitarra más respetadas del mundo, y que fue acompañada por la Orquesta de Cámara de Santiago en una fusión sonora que sacó aplausos. Más de 40 músicos en escena, dirigidos por Sebastián Silva, hicieron sinergia con los ocho guitarristas que conforman The League of Crafty Guitarist.
En entrevista con NaciónRock, el miembro con más trayectoria en la La Liga, Steve Ball señalaba que: “ya se sentía orquestado (el ensamble) por el uso de elementos como el contrapunto, bajo, coros y líneas centrales. Pero a diferencia de una orquesta, nosotros sólo contábamos con guitarras acústicas”. Es por lo dicho por el propio Steve, que presenciar a la agrupación junta a la orquesta, se transformó en una armonía sonora digna de destacar.
Un expectante público se puso de pie para recibir a los integrantes de la orquesta, su director y, por supuesto, a los miembros que iniciaron la velada al sonido de sus guitarras con Blockhead, canción original de California Guitar Trio, que sirvió como una buena entrada, y que desde el comienzo dejó ver la compenetración entre los miembros del guitar craft. Lo anterior, valió como preámbulo para uno de los momentos notables de la noche. La orquesta y las guitarras se unieron para interpretar Larks’ Tongues in Aspic pt I, clásico del repertorio de King Crimson que sacó a relucir una gran afinidad entre los casi 50 músicos, pero también, destacando el sonido de las guitarras de La Liga que, sin buscar ser pretenciosos, lograban destacar entre los arreglos orquestales musicales de Juan Emilio Cucchiarelli y Joaquín Guevara.
Un momento íntimo se vivió cuando sonó Black Light. La pieza del maestro Robert Fripp logró crear un ambiente tan íntimo como oscuro, donde fue sencillo dejarse llevar al son de los violines y el resto de cuerdas. Driving Force, otra composición de Fripp, resultó particularmente destacable. Disonancias que permitieron que la tensión se apoderara del lugar (algo normal en King Crimson) junto a intrincadas interpretaciones de las guitarras, propiciaron un ambiente no apto para ansiosos.
Ya avanzada la noche el drama se apoderó del lugar con Dangerous Curves, canción perteneciente al último disco de estudio de Crimson del año 2003, y que hizo sentir que la pieza estaba hecha precisamente para una ocasión como esta. Disonancia pura que nuevamente logró la atmósfera correcta pero “incómoda” de alta tensión. Expansión progresiva de acordes que terminan golpeando fuerte.
Llegando al final de la velada llegaron dos de los grandes clásicos. El comienzo abrupto de Red¸ desató los gritos de un público que se mantuvo cautivo gran parte del show. Una re imaginación respetuosa de una de las canciones más queridas por la fanaticada. La orquesta por supuesto que dio una versión más expansiva y sinfónica, pero sin perder la esencia peligrosa de la canción original.
El segundo gran clásico tuvo lugar después del bis. 21st Century Schizoid Man fue parte de un cierre ideal para una gran noche. El caos con tintes metaleros que caracteriza al tema perteneciente al álbum debut de Crimson, fue meticulosamente orquestado para darle un sonido más estructurado, pero igual de inquietante. Las guitarras acústicas se complementaron a la perfección para aportar una nueva textura, que deja de lado las distorsiones eléctricas para dar paso a una versión más percutiva, pero igual de cruda. Aplausos a raudales para una canción fundamental en la vasta discografía del Rey Carmesí.
Robert Fripp no estuvo presente de forma física en el Nescafé de las Artes, pero su figura se sintió a lo largo de todo el espectáculo, a través de ocho guitarrista que son el resultado de años de trabajo y disciplina. La filosofía de Robert se manifestó a través de la precisión musical y de una ejecución impecable, que según el mismo Fripp, solo se consigue mediante el conocimiento personal pero también en el compañerismo.



