Björk: El precoz debut antes del «Debut»
Un 18 de diciembre de 1977, Islandia fue testigo de algo mágico e insólito y para lo que el mundo sin saberlo debía estar preparado: Björk Guðmundsdóttir, con apenas 11 años, publicaba su primer álbum. Titulado simplemente Björk, el disco apareció bajo el sello Fálkinn y hoy es considerado una pieza de culto, una rareza que anticipa una de las carreras más influyentes y artísticas -en todo el sentido de la palabra-de la música contemporánea.
El origen del álbum se remonta a 1976, cuando Björk cantó en la radio islandesa “I Love to Love” como parte de la escuela de música a la que asistía. Esa grabación llamó la atención suficiente como para derivar en un contrato discográfico. Con la ayuda de su padrastro, Sævar, se concretó el registro de este debut infantil, grabado en los estudios Hljóðriti de Reikiavik y editado en una tirada limitada en vinilo y cassette —alrededor de 7.000 copias—, lo que explica su escasez fuera de Islandia.
Pasaron más de diez años, incluyendo pasos por bandas progresivas, punk, vanguardistas, post punk y por su ineludible talento más cercano y desatado en The Sugarcubes, para que Björk se atreviera con el que ella quiso llamar su verdadero álbum «Debut» (de hecho así se titula aquella maravilla de 1993) ya que aquel disco tan precoz para ella solo funcionó como un mosaico de versiones y composiciones originales en su idioma natal.
Tras su etapa como niña solista, Björk se sumergió de lleno en la escena underground islandesa. A fines de los 70 formó la banda punk femenina Spit and Snot, y en 1980 participó en el grupo de jazz fusión Exodus, además de colaborar con JAM80, mientras completaba sus estudios en la escuela de música. En 1981 creó Tappi Tíkarrass, con quienes editó un EP en 1982 y el álbum Miranda en 1983, quedando retratada en el documental Rokk í Reykjavík.

El disco incluye adaptaciones al islandés de canciones de The Beatles, Stevie Wonder, Edgar Winter y Melanie Safka, junto a piezas escritas especialmente para el álbum y una composición instrumental dedicada al pintor islandés Jóhannes Kjarval, interpretada por la propia Björk en flauta dulce. La portada fue diseñada por su madre, Hildur Hauksdóttir. Era un álbum familiar, que suponía quedar en ese entorno, pero hoy es una obra clave para entender que desde muy niña lanzaba destellos de genialidad al universo.
Uno de los momentos más recordados del álbum es la versión de “The Fool on the Hill” de The Beatles, traducida como “Álfur Út Úr Hól”. Grabada cuando Björk tenía apenas 10 años, la interpretación sorprende por su dulzura, afinación y sensibilidad. Tras su lanzamiento, a la joven cantante se le ofreció grabar un segundo álbum infantil, propuesta que rechazó. Con el dinero ganado compró un piano y comenzó a componer sus propias canciones, tomando una decisión clave: dejar atrás la etiqueta de niña prodigio para construir su propio lenguaje artístico.
