Linkin Park en Chile: El fuego y corazón de un renacimiento impecable
					Fotos: Jerrol Salas
Hace dos años, el nombre de Linkin Park parecía haber quedado grabado en el panteón del Olimpo de las bandas legendarias que no volverían jamás. Nadie imaginaba verlos otra vez sobre un escenario chileno. La sola idea de un regreso se sentía imposible: el dolor seguía latente, y para muchos resultaba casi irrespetuoso pensar en un nuevo capítulo después de Chester Bennington, una voz que marcó a toda una generación.
Pero el tiempo, la madurez y la necesidad de volver a conectar con la música cambiaron el rumbo y su destino que parecía catapultado. Hace un año, la banda anunció su reincorporación oficial con una nueva vocalista al frente y un nuevo álbum bajo el brazo. La cosa iba en serio. Ayer, en Santiago, Linkin Park confirmó que este nuevo rostro honra el pasado, que el fuego vuleve y proyecta un futuro brillante: Linkin Park ahora suena fresco, respetuoso y electrizante.
Las críticas no tardaron en aparecer. Muchos no creían que alguien pudiera ocupar ese lugar, que Linkin Park pudiera seguir existiendo sin su figura más carismática. Pero Mike Shinoda, Brad Delson, Rob Bourdon, Joe Hahn y Dave “Phoenix” Farrell nunca buscaron reemplazar a Chester. En cambio, decidieron continuar la historia desde otro punto de partida, abrazando el legado sin quedar atrapados en él. From Zero.
La presentación en Chile fue testimonio: la banda sobrevivió, evolucionó y sigue siendo una de las fuerzas más imponentes del rock mundial. Desde el arranque, el ambiente fue propicio para una noche especial. La apertura local, Tenemos Explosivos, ofreció un set intenso y con sentido, un post-hardcore crítico que no olvidó la memoria del lugar donde tocaban. Luego, Poppy subió el nivel con un show impecable y de pulso industrial, en casi 45 minutos de distorsión y magnetismo.
Y entonces llegó el momento esperado. Emily Armstrong —de voz potente, versátil y con una presencia natural— demostró por qué está ahí. Su conexión con Shinoda es total: entre fragilidad y furia, llevaron a clásicos como “Crawling”, “Somewhere I Belong” «Faint» , «In The End» y “Numb” a una dimensión emocional profunda. Armstrong no busca protagonismo en las canciones de la era Bennington: canta desde la humildad, con el público, con Chester en la memoria, mirando al cielo y agradeciendo. Eso se sintió y entendió cada vez que lo hizo.
Pero cuando llegan los nuevos temas, la energía se dispara. Canciones como “Heavy Is the Crown”, “Two Faced” «Up From The Bottom» y “The Emptiness Machine” ya se sienten como himnos contemporáneos. El público las corea con la misma pasión que los clásicos de los 2000, confirmando que esta nueva era no es una continuación forzada, sino una evolución natural. Cada movimiento fue bien calculado, cada sonrisa y conexión y un sonido impresionante delataron que LP no llega para el tributo ni la nostalgia, sino para quedarse.
La gira From Zero deja clavado su mensaje claro y poderoso: Linkin Park sigue vivo. Diferente, pero intacto en su esencia. Capaz de emocionar, estremecer y volver a unir a miles de fans que alguna vez pensaron que esto nunca volvería a suceder.


