In-Edit 21°: «Little Richard: I Am Everything» – La paciente espera de quien lo comenzó todo
Frente a un fenómeno tan vasto y complejo como el ‘rock’, resulta desafiante adjudicar a una sola figura el rol de fundador. Sin embargo, no estaríamos muy equivocados si apuntamos a Little Richard como una piedra angular dentro de este diverso paraguas musical. “I Am Everything” nos cuenta sobre la turbulenta vida del artista y cómo es que nunca recibió su merecido reconocimiento, a pesar de ser una influencia para toda la música que siguió por delante.
Mediante el relato biográfico, el documental dirigido por Lisa Cortés se remonta a los orígenes de Richard Penniman, previos a su carrera artística, hasta su fugaz estrellato y la larga espera que debió atravesar antes de ser homenajeado. Se trata de un recorrido tan frenético como la personalidad misma del artista, el que no estuvo exento de remordimientos, excesos y contradicciones.
Todo comienza en la pequeña localidad de Macon, Georgia, donde la discriminación, la religión y la música se levantan como los grandes hitos que determinarían su vida. Desde muy temprana edad, Little Richard recuerda las burlas y la desaprobación de su padre, acompañado del ferviente deseo por convertirse en una estrella. Junto a figuras como Chuck Berry y Fats Domino, el artista se abrió paso como una pieza fundadora del rock & roll, gracias a su técnica desenfrenada para tocar el piano y una voz que rompía con todos los cánones de la época.
Dueño un aspecto andrógeno y extravagante, también formó parte de una primitiva comunidad queer. A pesar de representar todo lo que renegaba la sociedad conservadora de mediados de los cincuenta, el talento explosivo de Little Richard lo llevó a transformarse irremediablemente en un éxito. Siendo una amenaza latente para el establishment, optaron por levantar figuras menos controversiales como Elvis Presley, quien incluso ocupó las mismas canciones de Richard para saltar a la fama.
Dentro de una vida llena de contradicciones, Little Richard también fue una figura de ferviente devoción religiosa, que lo acompañó tanto en sus momentos más luminosos como también en los más oscuros. A lo largo de su carrera, llegó a renegar de sí mismo en más de una oportunidad, sintiendo cierta culpa por su sexualidad, volcando su arte netamente al gospel. En esta permanente búsqueda de redención, el artista atravesó por algunos momentos de lucidez, donde entendió que la mejor manera de retribuir a su Dios era a través del amor y la aceptación, brillando sin ningún remordimiento.
En reiteradas ocasiones, Richard miró de frente a la industria y los acusó de que nunca reconocieron el trabajo que realizó como pionero del rock. Una demanda más que razonable de un artista que pavimentó el camino de la música popular y es citado como una inspiración por artistas de la talla de The Beatles, Prince, David Bowie, Jimi Hendrix, Mick Jagger y muchos más. Fue en 1997 cuando por fin pudo cerrar el ciclo, durante una emocionante ceremonia en la 24ª edición de los American Music Awards, donde se le otorgó el Premio al Mérito.
¿Cómo sería nuestra percepción de los orígenes del rock & roll, si la historia hubiese sido contada por un hombre negro queer? Esta es una de las reflexiones más interesantes que levanta “I Am Everything”, a lo largo de una revisión bastante completa sobre la vida y obra del autoproclamado ‘rey del rock’. Una figura tan esencial para la música, pero cuyo merecido reconocimiento le fue esquivo casi hasta el final de sus días. Si lo planteamos bajo sus propios términos de espiritualidad, Little Richard es quien comenzó todo. Y si el rock fuese un reino, él sería su Dios.

