Bad Reputation: el triunfo de Joan Jett

Bad Reputation: el triunfo de Joan Jett

En el marco de la 15ª versión del Festival In-Edit, la noche del viernes 26 de abril se estrenó en suelo local una de las cartas prometedoras: Bad Reputation (2018). Documental dirigido por Kevin Kerslake; y que por el título, se deduce de manera perfecta a quién se alude: Joan Jett.

Un relato, que bordea los 90 minutos de duración, en primera persona; con la protagonista haciendo de maestra de ceremonias. Con una carrera que va encaminada a los cincuenta años, y que más veces que menos le fue ingrata; siempre, e injustamente, vapuleada. Desde el minuto cero llegando a su primera clase de guitarra, siendo una niña, reprochándosele “que las chicas no tocan rock and roll”. Es allí Joan quien habla largo y tendido sobre los 70’s: la movida hollywoodense, lo que significó en esos primeros años la figura fuerte del productor Kim Fowley, cómo nadó contra la corriente hasta formar The Runaways —por completo impensado una banda de mujeres, que más encima eran adolescentes.

The Runaways, Joan Jett la segunda de izquierda a derecha.

Sin contar que aquello ni de cerca se trató de estar en la cúspide, ya que nunca les dejó de llover sobre mojado; muchas veces tratándose del ninguneo de la industria como lo más leve. Dentro de este segmento, que abarcó de 1975 a 1979, contamos con una invitada especial: la otrora vocalista Cherie Currie.

Y tras la separación de la banda, añadida una pequeña etapa en que literalmente se borró de todo, fue que apareció el otro hombre fuerte: el productor Kenny Laguna —también muy presente a la hora de participar en el documental. Desde el primer momento se transformó en la ayuda que Joan siempre necesitó, en las buenas y malas; cultivando de paso una genuina amistad y admiración mutua, que sigue en pie hasta el día de hoy.

Kenny Laguna y Joan Jett.

Él fue el elemento clave para traerla de vuelta al ruedo, esta vez en formato solista con su proyecto Joan Jett & The Blackhearts. Sin detenerle las frustraciones a las que ya estaba acostumbrada; como por ejemplo de ser rechazada por docenas de sellos discográficos, cuando tenía escrito su disco debut. Decididos a tal punto que optaron por arriesgarse, produciéndolo de forma independiente con el sello que crearon, se lanzaron a la piscina. Luego de un impensado apabullante éxito de sus dos primeras placas —gracias a hits como Bad ReputationI Love Rock ‘N’ Roll y Crimson and Clover—, llegó entre ello un contrato discográfico, pero que se mermó con los siguientes trabajos que no cumplieron con las expectativas de los ejecutivos.

Se resumió de esa forma los mediados de los 80’s para Joan Jett, que agotada, por esa época también probó con la actuación en la película Light of Day (1987); que co-protagonizó junto a Michael J. Fox —otro ilustre al que también se le ve en pantalla. Su último espolonazo, a gran escala, lo otorgó la placa Up Your Alley (1988); aliándose con gigantes de la industria, de la talla de CBS-Sony y Polydor. De allí salió el mega éxito, co-escrito junto a Desmond Child, I Hate Myself for Loving You.

Pero desde que comenzaron los 90’s, hasta hace pocos años atrás, volvió el periodo de vacas flacas. Donde el foco musical de Joan se escabulló y comenzó a ejercer otras funciones —y así nos lo hace notar incisivamente el director. Productora de bandas punks, activa feminista y animalista; entran con fuerza en la ecuación personas desde la vocalista de Bikini Kill, o Miley Cyrus. Que contrastan con gente que ya venía apareciendo como Pete Townshend, Iggy Pop o Billie Joe Armstrong; que desmenuzaban el ámbito musical puro y llano.

Dejando atrás ese lapsus nebuloso, diluido de su eje central, se llega primero al año 2014: ejerciendo su influencia en Dave Grohl y Pat Smear, al cubrir el lugar de Kurt Cobain para la ceremonia de inducción de Nirvana al Salón de la Fama del Rock; y para el año siguiente ser ella la homenajeada e inducida en el mismo lugar. Con ello se cierra el círculo argumental, con la pantalla en negro y la aparición de los créditos; pero Joan sigue en pie, incombustible, todavía girando y dando conciertos sin detenerse. Porque tiene una reputación que mantener: una que le ha costado conseguir con mucha sangre, sudor y lágrimas. Una verdadera historia de esfuerzo que debe verse.

Segunda y última función el martes 30 de abril — 22:00 horas en el Teatro Nescafé de las Artes, entradas a través del sistema Ticketek.

Nacion Rock

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