Simple Minds en Chile: Una generación que no olvida

Simple Minds en Chile: Una generación que no olvida

Fotos: Javiera Villaseca

Tres décadas pasaron para que una de las bandas más emblemáticas de los 80s regresara a nuestro país. Bajo el marco de su Global Tour 2025, Simple Minds se presentó en un Movistar Arena repleto de emoción ante una memoria viva, en lo que fue un reencuentro histórico entre la banda escocesa y sus fieles en Chile.

El recuerdo de su primera visita en 1995 —cuando tocaron en el entonces Estadio Chile— se sintió en el aire. El público presente cruzaba generaciones. Se podía distinguir a quienes lo vivieron en aquellos años, cuando las canciones de Simple Minds recién comenzaban a sonar en la radio, y a las almas más jóvenes que heredaron su música. Unidos en una celebración que ha traspasado el tiempo y las fronteras, convirtieron al ya mítico recinto capitalino en una fiesta de cálida y contagiosa energía.

Los invitados nacionales, UPA! fueron los encargados de encender los fuegos. Con cuatro décadas de trayectoria, ya son parte del ADN del new wave chileno, y sus clásicos «Cuando vuelvas», «Ella llora» y «Sueldos» hicieron cantar a quienes llegaron temprano para verlos. Cerraron con «La Bamba», dejando todo listo para lo que venía, en una previa nostálgica y perfectamente acorde a la noche que se avecinaba.

Tras la apertura de los locales, los escoceses aparecieron en escena e iniciaron su repaso de éxitos con el bajo pulsante de «Waterfront», y desde ahí todo fue una celebración emocional. Jim Kerr, carismático y enérgico, se tomó el escenario con ese desplante de quien lleva una vida entera sobre él. Se mueve con la gracia de quien conoce cada rincón, de quien sabe leer al público, de quien canta con los ojos abiertos y el corazón expuesto. A su lado, Charlie Burchill pintó cada canción con su guitarra, con una sensibilidad intacta y una técnica impecable.

La banda entera sonó sólida y poderosa. El sonido fue impecable durante toda la velada, permitiendo que cada atmósfera se desplegara con nitidez. Las visuales, bellamente diseñadas, envolvieron el show con una propuesta estética que acompañó cada momento, junto a un juego de luces que creó una paleta de colores danzante y armónica con cada canción. El set fue una verdadera cátedra de legado. Joyas como «Hypnotised», «She’s a River», «Once Upon a Time», «Ghost Dancing», «All the Things She Said», «Someone Somewhere (In Summertime)», «New Gold Dream (81/82/83/84)» y «Sanctify Yourself» fueron recibidas como himnos personales, y más de alguno sacó sus mejores pasos de baile. Cherisse Osei desató una gran ovación con su breve pero firme solo de batería, mostrando que la sangre joven también tiene un rol vital para mantener la esencia en movimiento.

Pero hubo una canción que marcó la noche. El himno adolescente ochentero, «Don’t You (Forget About Me)», se tomó el ambiente con una mezcla de euforia y melancolía. Y cuando ya todo parecía haber alcanzado su punto más alto, la banda cerró con «Alive and Kicking», dejando al público extasiado, agradecido y con el corazón llenito de regreso a casa.

Una noche de grandes himnos, de canciones que siguen vigentes y aún respiran con la misma fuerza con la que fueron compuestas. Simple Minds es de esas bandas que trascienden el pasado. Su música late fuerte en la memoria colectiva, no solo por nostalgia, sino porque habla un lenguaje emocional que no ha perdido sentido, que declara la esperanza como su mayor fortaleza. Y en su paso por Chile lo dejaron claro, haciendo del Movistar Arena el escenario de una ceremonia donde las barreras del tiempo se disolvieron ante el poder de su mensaje más potente: la esperanza.

Alessandra Biava

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