Testament desató el caos en Teatro Coliseo: más de tres décadas de thrash puro y duro

Fotos: Cristian Calderón
Los estadounidenses dieron un repaso por su sólida y extensa carrera, en un concierto donde los clásicos sonaron fuerte. La fanaticada nacional respondió como siempre
Son prácticamente de la casa. Por novena ocasión Testament se dejó caer en suelos nacionales para llegar con su thrash metal proveniente de la Bay Area de San Francisco, en un concierto que sirvió para revalidar los votos con nuestro país, en lo que ya es una relación de larga data. Temas clásicos y más recientes, fueron parte de un repertorio que dejó satisfechos a sus fans, a los viejos y a los más nuevos.
La cancha del Teatro Coliseo esperaba impaciente el inicio del concierto. Más de 25 años han pasado desde aquel mítico show en el Estadio Chile que marcó el debut de Testament en nuestro país. Por eso, lo que señalamos anteriormente, es real. Fans de distintas generaciones querían ser parte de este regreso, dando señales saludables para una escena que por momentos, pareciera que se mantiene en razón de las bandas que componen el llamado The BigFour. Grupos como Exodus, OverKill y Testament, supieron hacer su propio camino y mantener una carrera consistente, que marcó a generaciones de fans que buscaban ese lado más salvaje que el género podía ofrecer.
La noche arrancó con los chilenos de Exile que sorprendieron para bien con su potente combo death/thrash con toques progresivos, lo cual sirvió para caldear bastante los ánimos. Presencia y actitud en el escenario, la suficiente como para llamar a llenar el lugar. Sólidos y agresivos.
Testament abrieron los fuegos con Practice what you preach, y rápidamente la fanaticada respondió con entusiasmo. La demoledora voz de Chuck Billy dio el inicio a una jornada que mantuvo la intensidad casi en todo momento. Si ver y escuchar a Chuck siempre es memorable, tener en frente a un titán como Steve DiGiorgio es épico. El bajista que ha sido parte de bandas como Megadeth, Iced Earth, Sadus y los mismísimos Death no dejó lugar a dudas de su estatus como uno de los mejores y más técnicos bajistas del metal. Ejecución perfecta, gran carisma y una soltura en el escenario que dan cuenta de sus pergaminos.
Sins of Omition, siguió en la senda de aquel mítico tercer álbum de Testament. The Haunting fue la continuación perfecta en el setlist, para recordar la oscuridad de ese primer ciclo de la banda y de su álbum debut The Legacy. Canción oscura, riffs afilados y tensión constante, fueron parte del ambiente que la técnica del guitarrista Alex Skolnick propició. Do Not Resuscite fue otro momento de alto voltaje, con una pieza llena de elementos death metal y voces guturales, la orden de no resucitar gana mucho en vivo, transmitiendo adrenalina y energía, casi como declaración de guerra y siendo de las más disfrutadas por los fanáticos. Fue Trail of tears del disco Low la encargada de bajar un par de cambios a la agresividad y darle mayor énfasis a la atmósfera, con un sonido más denso y melancólico, hasta contemplativo. No es menor la inclusión de esta canción, ya que no es recurrente en los setlist de Testament, y en este tour ha tenido una especie de renacer.
Antes de llegar los temas finales de la jornada, es menester señalar algunos detalles que mermaron en parte la experiencia de anoche. No todo es riffs sobre hojuelas. Para nadie es sorpresa que el Teatro Coliseo es un recinto complicado a nivel acústico. No es la primera, y muy probablemente no será la última ocasión (esperamos de corazón estar equivocados) en que bandas se oyen como una gran masa de sonido, en el que las virtudes técnicas de los integrantes (más que probadas con Testament) quedan atrapadas dentro de este vórtice de sonido, en el que por momentos se hace imposible distinguir los instrumentos, matices, e incluso la voz. La experiencia desde la cancha del Teatro Coliseo a ratos deja mucho que desear, con un sonido saturado que, sin ánimos de exagerar, puede incluso causar problemas auditivos en los asistentes. No tenemos testimonios del sonido en localidades como Platea alta o baja, pero por experiencia en otros recitales, probablemente fue incluso más deficiente. Si se van a seguir haciendo conciertos en este venue, es momento de considerar y por el respeto al público, alguna intervención a nivel sonoro del recinto. Es una gran plaza; un privilegio tener un espacio así en medio de la ciudad y de tan fácil acceso, pero por otro lado, ya son muchos los antecedentes negativos a nivel de sonido que se han dado, hay muchos precedentes. Otro aspecto en el que se pudo trabajar más, y esto quizás si es responsabilidad de la banda, es lo en extremo sencillo de su puesta en escena. Es thrash, es old school, es Bay Area, pero un poco más de cariño y cuidado en forma de visuales (solo había un telón), llamaradas o algo que le diera un toque especial a la ocasión, sin duda, hizo falta. En este sentido, la fanaticada chilena, fueron los grandes responsables de encender el ambiente a punta de moshpits, saltos y bengalas.
Volviendo al espectáculo, los capítulos finales estuvieron por clásicos que terminaron por hacer estallar el Coliseo. Over the Wall y el cierre con Into the Pit fueron el correcto final para la noche. Mosh y bengalas es una combinación ganadora que encanta por estas latitudes. More Than Meets the Eye fue uno de los clásicos “modernos” que terminaron por hacer a un lado los detalles de sonido, y que lograron darle un finiquito por todo lo alto a la novena visita de los estadounidenses a tierras nacionales. Esperamos la décima.