The Pretenders en Chile: Cuando la música tiene su propio lenguaje

Fotografías por Javiera Villaseca
Muy pocas veces tenemos el privilegio de presenciar un pedacito de historia, y es justamente eso lo que se vivió anoche en el Movistar Arena. The Pretenders, liderados por la indomable Chrissie Hynde, ofrecieron una experiencia inigualable, un ritual colectivo donde no hubo necesidad de gritos ni exaltación, pero sin duda, era un pálpito único. Cada nota, nos recordaba el delicado puente entre lo efímero y eterno que puede resultar una época.
El recinto, iluminado con una paleta delicada de colores que oscilaba entre azules y tonalidades amarillas más cálidas, acogieron a un público que en silencio, admiraban el espectáculo. No hubo efusividad desmedida, pero la pasión se sentía en el ambiente. Era una conexión más sutil, donde los espectadores se entregaban con suavidad a la guitarra y la voz, encontrando en esta presentación quizás una caja de recuerdos. Lo cierto, es que ese espacio de contención emocional, o de pura expectación, resultó ser una forma de liberación para muchos, que hasta se atrevieron a dejar sus asientos para bailar al ritmo de los estadounidenses.

Algunos gritos que sobresalían se dejaron escuchar durante «Kid» en un escenario perfecto para que la voz de Chrissie se destaque, como un regalo que el tiempo ha sabido respetar y preservar. Sus registros vocales se extendieron por todo el recinto con libertad absoluta. Y es fascinante la forma en que su timbre mantiene esa cualidad única: áspera y dulce a porciones iguales, que se materializaba como una caricia. Quedó claro en canciones como «Night in My Veins» y «Thumbelina» los comentarios elogiando a la cantante eran audibles, al punto de que muchos otros pedían silencio para poder dejarse cautivar por completo.

Y el sonido, una experiencia técnica redonda. Cada frecuencia encontró su lugar acústico, la batería retumbó con la presión justa, y el bajo se escondía de a ratos para poder brindarle protagonismo a la guitarra de James Walbourne, que en todo momento sonaba hipnotizante y de a ratos, muy adictiva.

Avanzando en el setlist, hubo un momento particularmente revelador cuando en «Back on the Chain Gang» Hynde hizo un poco más partícipe al público, desplazándose por el escenario y haciendo señas a sus seguidores. Nunca hubo una explosión, pero tampoco se echaba de menos, pues la atmósfera fue intensamente emotiva, cristalizando la esencia de la noche, donde los vínculos verdaderos no siempre se traducen en gritos de fuertes decibeles, y eso es posible cuando la música es su propio lenguaje, uno que se habla de manera universal. Lo de anoche, fue un momento de auténtica trascendencia, eso se conversaba al final del show, sobre todo entre el público más joven que crecía con la herencia musical de sus progenitores.

También, sorprendieron con un cover de «Forever Young» de Bob Dylan, ya casi al final del show, un encuentro emotivo que no dejó a nadie indiferente, demostrando una vez más que cuando la música es honesta, poderosa, puede encapsular el tiempo y devolverlo en dosis de magnetismo. Nos recordó que el rock nunca envejece, que por el contrario, cuando es auténtico logra reunir y brindar esa magia que solo los verdaderos artistas saben invocar.

Al finalizar, durante «I’ll stand by you» Chrissie Hynde tomó una rosa que le había regalado un seguidor para anclarla al micrófono, y como si interpretara con sus pétalos, nos regaló lo mejor de sus registros vocales hasta devastarnos de emoción. Reiterando que amaba Chile, finalizando así una puesta en escena que reunió y sintetizó casi cincuenta años de puro ritmo y eternidad.
Setlist:
Hate for Sale
My City Was Gone
Turf Accountant Daddy
Kid
Private Life
Boots of Chinese Plastic
Night in My Veins
Thumbelina
Biker
Back on the Chain Gang
Don’t Cut Your Hair
Junkie Walk
Don’t Get Me Wrong
Let the Sun Come In
Middle of the Road
Encore:
Message of Love
The Wait
Forever Young (cover de Bob Dylan)
Cuban Slide
I’ll Stand by You